Achispadete”, “no se tenía en pie” o “llevaba una cogorza como un mulo”, son algunos de los demoledores testimonios que pudieron oírse en el juicio contra Ortega Cano por el accidente de tráfico que le costó la vida a Carlos Parra y que hoy quedará visto para sentencia.

Al extorero se le acusa de tres delitos: uno por homicidio imprudente y dos contra la seguridad vial por conducción temeraria en estado ebrio, lo que puede suponerle hasta cuatro años de prisión. Tanto las pruebas presentadas en el juicio, como la mayoría de testigos que han prestado declaración durante los cinco días que ha durado la vista oral, no ofrecen dudas sobre el estado de embriaguez en el que, presuntamente, se encontraba Ortega Cano la noche del fatal accidente.

Los abogados de la familia Parra pidieron una indemnización de 500.000 euros, además de una pena de cuatro años de cárcel. La aseguradora de Ortega Cano, que se hará cargo de la indemnización, también pretende que el extorero sea inculpado para que sea él quien corra con el cargo de 500.000 euros.

Altísima tasa de alcohol

El análisis toxicológico que se le practicó aquella noche señalaba una tasa de 1,26% de alcohol en la sangre, pero los expertos opinaron que si se le llega a hacer la prueba de alcoholemia instantes después del choque, el índice hubiera sido de 1,62%, es decir,  tres veces más de lo permitido. No obstante, Ortega Cano aseguró en el juicio que no bebió esa noche. “El alcohol es veneno para mí. No soy un hombre de bares”, dijo. Solo admitió que en el restaurante-hotel La Alquería, la dueña le ofreció una copa de cava y “por no hacerle el feo,  me mojé los labios”.

María Luisa Soria Sánchez, directora del Instituto Nacional de Toxicología de Sevilla, declaró que “es imposible que una tasa de 1,26 gramos de alcohol por litro en sangre se deba a la ingesta de una sola copa de cava” y aseguró que el imputado “tuvo que beber mucho alcohol para que, dos horas después, diera positivo”.

Testimonios demoledores

Los testimonios de la acusación fueron todavía más demoledores que el propio examen toxicológico, ya contundente de por sí. Uno de los testigos declaró que había oído decir al dueño del restaurante-hotel La Alquería que “nunca lo había visto así. Llevaba una cogorza como un mulo”. 

Dos de los camareros que le atendieron esa noche fueron también muy rotundos. Uno de ellos, Juan José Lozano, aseguró que vio beber a Ortega Cano aquella noche y que “se tambaleaba. No podía mantenerse en pie”. El otro camarero, Cristóbal Romero, dijo que fue él quien sirvió a Ortega Cano aquella noche y que le puso un whisky con cocacola en una copa de balón.

Sin embargo, el dueño de La Alquería, José Álvarez, declaró ante la jueza todo lo contrario, que no vio a Ortega bebido y que se le sirvió tan solo un refresco. Pero, ante las preguntas de la acusación, Álvarez reconoció que estaba en tratos con Ortega Cano para ser socios en el restaurante-hotel, por lo que su testimonio también queda en entredicho.
Otros testigos lo vieron detener el coche y hacer el gesto de vomitar, además de verlo circular a gran velocidad invadiendo, en ocasiones, el carril contrario.

Carlos Parra, ‘El belga’

Hijo de inmigrantes, Parra había nacido en Charleroi (Bélgica) y tenía 48 años cuando murió. Casado con Manoli y padre de dos hijos, a los 28 años, regresó a Caltilblanco. Estaba en paro, pero esa noche iba a una entrevista de trabajo cuando su Seat Altea se cruzó con Ortega Cano en la carretera.