"Pienso en cómo María Pineda exprimió todos sus momentos"

Pedro Pernía

30 de abril de 2015, 12:34

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Hace 20 años que le puso nombre a su enfermedad sin miedo: cáncer. Dos décadas después aún no le han dado el alta. Dice que se lo dio ella un verano porque vivir todos los días con la incertidumbre de la recaída no es vivirr.

 

Sin embargo, las 24 horas del día habla de la enfermedad. Es su vida. Se emociona incluso cuando lo piensa. Porque nunca se preguntó ¿Por qué me ha pasado esto a mí? sino ¿para qué me ha pasado? Por eso, Sandra Ibarra creo su fundación y participa en todo aquello que pueda hacer la vida más fácil a los pacientes de cáncer. Por ejemplo, algo tan cotidiano como un bañador, debidamente confeccionado para aquellas mujeres que han sufrido una mastectomía puede ser un elemento tan liberador como para alguien sano que le toque un pellizco de la lotería. Sabiéndolo, Sandra colabora con Basmar una empresa catalana dedicada al diseño de ropa de baño porque ve que puede sacar un fin solidario y ahí está ella. Confiesa entre bromas que se pasa la vida pidiendo. De hecho, hasta en su boda, “que ya toca”, dice, encontrará una manera de recaudar fondos.

 

Veinte años luchando con la enfermedad, Sandra. Qué barbaridad.

- Este año es mi aniversario. El 10 de marzo de 1995 me diagnosticaron el cáncer.

 

Lo tienes grabado

- Todo de memoria. Todas las fechas. El 1 de diciembre el trasplante, el 11S de 2002, la recaída, el 5 de diciembre de 2002, otro traspalnete… A todos los enfermos nos pasa. Y celebramos todas las fechas.

 

¿Y no temes otra recaída?

- A mi no me pueden dar el alta con mis recaídas, pero un verano que me encontraba muy bien, me la dí yo misma. No puedes vivir pensando en que vas a recaer. Es como si pensáramos todos los días en que nos vamos a morir. Que eso sabemos que va a ocurrir pero no sabemos cuándo… Cuando tienes esta enfermedad tienes que pensar en que te vas a curar, no en que la recaída puede estar cerca. Que si te duele algo, la espalda, el riñón no tiene por qué ser cáncer. No todo lo que nos pasa es cáncer. Nos asustamos, normal, pero nos pueden pasar más cosas que esa enfermedad. Cuando entendí eso, estoy mejor. Es otra actitud vital.

 

Se te nota

- Es que pienso: tengo saliva, soy una privilegiada. Y pienso en María Pineda y vuelvo a pensar, soy una privilegiada. Y cómo María exprimió los momentos. La recuerdo en muchos eventos, dolorida detrás del photocall y salía, y se mantenía en pie, sonreía… Estaba firme porque le daba la gana a ella. Yo siempre digo que en el cáncer no se gana ni se pierde. Cosas como la batalla terminó no las entiendo. María Pineda no ha perdido ninguna batalla, simplemente no se ha curado. María fue un ejemplo de dignidad y de coraje y yo una privilegidada porque puedo seguir ayudando y a eso he decidido dedicar mi vida. Lo paso mal porque no es fácil perder a personas pero lo transformo en positivo y ellos me dan razones para seguir trabajando.

 

Pero para alguien como tú, que vive la enfermedad en sí misma, no es una forma de vida…

- Agotadora, sí. Lo es. Es un desgaste emocional muy fuerte. Hay momentos en que digo no puedo, no puedo (se le caen las lágrimas) Me emociono. Hay momentos muy duros (llora). Hay que boba soy… Es que llevo las 24 horas del día hablando de cáncer. Hoy, ayer… Da igual si es la Feria de Abril o una Iglesia. Esté donde esté hablo del cáncer. Pero tengo el privilegio de estar bien y eso lo compensa todo. Si un paciente me quiere conocer, yo no puedo decir: no. No podría dormir. Sé lo que están viviendo los enfermos, que un paciente empiece a comer porque me ha visto, yo a eso no me acostumbro… Que otro me diga que está vivo gracias a mí, no me acostumbro… Pero gracias a la Fundacióne sé como tener una varita mágica. Cómo no voy a dedicar mi vida a esto ¿no?

 

Los momentos más duros y más felices los has vivido enferma.

-Sí. He sido feliz cada instante porque pensaba que era el último. Tienes los sentimientos a flor de piel. La gente me llevaba comida a casa… alucina. Por mi han hecho cosas increíbles, gente que yo conocía… Recuerdo que un día veía en mi pueblo un concierto de 'Los Secretos' tumbada en el sofá, no me podía poner de pie, los veía a través de la ventana… y pensé: ¿será la ultima vez que vea un concierto? ¿Qué vea atarceder? Diez años después estaba viendo el 30 aniversario de 'Los Secretos' en Las Ventas, me acordé y grité: Joder, lo he conseguido. Estoy en un concierto que no esperaba vivir. Tener ese filtro vital es una barbaridad, pero si lo conviertes en positivo es la leche.

 

Eres una mujer que hablar de la muerte sin tapujos, no te pones la venda en los ojos…

- Mira, mi padastro murió cuando yo me trasplantaba por segunda vez. Mi abuelo murió también. Mi madre tenía con cáncer a su pareja y a su hija a la vez. En casa hemos vivido la realidad de la enfermedad. Pero es superviviencia emocional, integrar la adversidad como parte de tu vida cada día. El músculo del optimismo se desarrolla si lo ejercitas.

 

Y nunca se te ha pasado por la cabeza un ¿por qué a mí?

- Por qué voy a pensar en por qué a mi cuando puedo transformarlo en un para qué a mí ¿no? A que cuando te toca la lotería no te preguntas: ¿Por qué a mí? Sólo lo hacemos cuando nos pasan cosas que no nos gustan. Pero cuando son malas, hay que decir, ahora te fastidias y aprendes de esto. Es como la crisis, somos más fuertes de lo que pensamos y al final, te reinventas, te buscas la vida y encuentras más gente solidaria de la que veías antes. Muchas cosas que se te han olvidado, las empiezas a dar valor. Igual que con la crisis. Que te inviten a un café antes era una cosa más, ahora agradeces ese esfuerzo. Es esa vuelta de tuerca, que nos tengan que pasar cosas malas para que nos demos cuenta. Pero las cosas malas también son la vida. Cuando te dicen: es un paréntesis. Bueno, pues los paréntesis en la vida también son la vida. No hay que esperar nada para ser feliz. Nos pasamos la vida esperando el viernes, las vacaciones… Esa espera es la vida… Qué habría pasado si yo no hubiera integrado el cáncer en mi vida, ¿20 años de paréntesis? Yo me he calzado los tacones y la minifalda y me iba al evento que fuera, que me dolía, pues que me duela allí mejor que en mi casa. Ahora me veo en fotos con la cara hinchada, con gafas y pienso, ¡qué narices!

 

Estabas guapa

- Guapa no. Digna…. Cuando me diagnosticaron el cáncer, me fui a grabar Pasapalabra. Qué necesidad ¿no? Pero es rebeldía. Me ha tocado vivir esto, vale, pero lo voy a vivir todo. Al principio lo hacía por intuición, ahora lo hago por convicción.

 

Y hablando de vivir cada día como si fuera especial ¿cuándo la boda?

- (risas) Jo sí, eso sí que es una asignatura pendiente. Este año hacemos 11 juntos. Va a tener que ser. Ya toca.

 

¿Pero quién es quien se resiste?

- Es que no lo hemos pensado. Tenemos la vida tan hecha… Y no es una necesidad. Si lo hacemos es por vivir el momento. Por juntar en una boda a toda la gente que nos quiere. Pero si me emociono en una entrevista, en una rueda de prensa, ¿te imaginas que sería eso con toda la gente querida alrededor? Ahora, ese día sería un bodorrio. Cumpliendo todos los requisitos. Que si lo hacemos, lo hacemos por esa razón.

 

Entonces ¿este año…?

- Es que con todo lo que se tarda… Me da una pereza… Y es un agobio de organización. Tendría que poner a toda la cuchipanda de amigas manos a la obra… Y soy muy perfeccionista, me gustaría que hubiera cosas naranjas, yo llevaría un lazo naranja…

 

Porque el vestido naranja…

- Noooo. Blanco. Si me caso es de blanco y bien. Pero seguro que sería una boda solidaria… Recaudaría fondos (risas)

 

Pero si nos podemos poner en marcha con el bebé…

- (risas) Sí porque se me va a pasar el arroz. Pero es una responsabilidad… Yo no puedo parar…

 

Se puede trabajar y tener un bebé, Sandra…

- Ya, pero en mi caso sería distinto, tendría que necesitar estimulación, sería un proceso más complicado… y si tengo un hijo es para disfrutarlo, por lo menos, el primer año con él. Aunque ahora que lo pienso, yo he criado a los hijos de Juanra la mitad del tiempo, y a mis sobrinos, y a dos perros… Hay veces que me juntaba con todos y cuando me enfadaba decía: ¡pero vaya por Dios y encima ninguno es mío! (risas)

 

Por Luis Nemolato

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