Vivir en La Moncloa es algo que está al alcance de muy pocas personas. Los diversos presidentes del Gobierno han intentado dar al palacio su toque personal y se han instalado allí con sus familias. Renunciar al día a día para entrar en un engranaje donde se prima la seguridad sobre la comodidad. No son muchos los que se han sincerado sobre lo que verdaderamente supone.
Pablo, hijo del expresidente Felipe González, ha sido uno de ellos. Muy popular cuando su padre era presidente, Pablo, el mayor de sus tres hijos, ocupaba noticias y portadas. Su look con pelo largo y desenfadado crearon escuela. Años después, ya alejado de la vorágine mediática, reflexionaba sobre lo que le había supuesto su cambio de vida. No fue nada fácil.
No es el único hijo del expresidente que ha recordar el precio que pagó por la posición que tenía su padre. La mudanza a La Moncloa hizo que lo que habían conocido hasta entonces cambiarse por completo. Llegaban las cámaras, el escrutinio, la presión, pero también los privilegios que implica vivir en un sitio tan privilegiado.
Una experiencia traumática
“Fue una cosa muy traumática”, explicaba Pablo, hijo del expresidente González en una entrevista. “No es que sea un horror llevar escoltas, vivir en un palacio donde te hacen la comida todos los días y tener el privilegio de conocer a gente interesante... Pero perdí la privacidad y no pude tener una vida normal o salir tranquilamente con mis amigos”.
GTRES
El hijo mayor del político, además, era el que más atención despertaba. Su vida era analizada y sus imágenes formaron parte de la prensa de la época. La experiencia no fue sencilla. Tampoco lo fue para Carmen Romero, pareja de González. Así lo desveló la periodista Rosa Villacastín.
“Fue, probablemente, la segunda fama que más sufrió su estancia en Moncloa. Tuvo que dejar su trabajo, sus hijos no podían tener vida normal y llevaba escolta y tuvo encontronazos ideológicos con Felipe. Se enfrentó a muchos conflictos”, explicaba la periodista. Algo parecido a lo que vieron sus hijos durante los años de mandato de González.
Arrepentido
“Creo que he sido un padre que quiere a sus hijos, pero buen padre significa dedicar mucho tiempo a sus hijos, cosa que no he hecho”, explicaba el propio González durante su entrevista con Jordi Évole. “Desde el punto de vista personal, seguro. No hay más explicaciones”. El expresidente ha intentado paliar la situación cuando ya ha alcanzado la tercera edad.
“Voy a hacer una comida con mis hijos”, explicaba en el programa. “Además, será una novedad, será la primera vez que coma con los tres. Cuando estaba en el Gobierno, a veces, coincidíamos en la cena, pero comer así, hacer una comida, será la primera vez”. Tantos años viviendo en Moncloa y ni compartieron una comida. Coincidían en la cena, cuando el político tomaba un respiro de sus obligaciones.
“Yo no tuve conciencia de la edad hasta que tuve 60 años. Ahora me veo viejo, es una vejez distinta. No me veo de la tercera edad. La vejez empieza cuando tu cabeza se resigna y mi cabeza no para, está permanentemente activa”, apuntaba en su momento. “La muerte es un hecho natural. Le damos demasiada importancia. Está bien que hablemos de los 80 años, pero vamos a esperar a otra ocasión para hablar del final. Yo hablo de estas cosas, pero no así”.