Recetas: ternasco de Aragón al horno y trenza de Almudévar
Menú chuletón. Estaba en todos los restaurantes, tabernas y mesones de los pueblos del Pirineo aragonés en los que he estado esta Semana Santa. Al final caí en la tentación y tengo que admitir que estaba delicioso. Peeeeeero... no tanto como el ternasco de Aragón que me zampé en mi primera comida, en Torla.
Tierno y jugoso, sabroso (pero con la intensidad justa), ligeramente crujiente por fuera y super meloso por dentro. Hubiera repetido. Y eso que el cordero no es mi carne preferida. Pregunté cómo lo hacían y me dieron la receta.
No fue el único (gastro)descubrimiento de mis vacaciones. Una mañana, paseando por Broto, me topé con una de esas tiendas que me pierden: "productos gourmet de proximidad", decía el rótulo. Entré y merodeé entre las estanterías repetas de miel, chocolate, dulces, aceites, conservas, embutidos... Me hubiera llevado uno de cada, para probar.
Más aún cuando el tendero comenzó a explicarme la historia de los diferentes productos. Los chocolates los hacían en un templo budista cercano, los quesos artesanos con leche de ovejas y cabras que pastan por los montes del valle de Ordesa, la miel en una explotación apícola familiar del Pirineo, las longanizas las traía de Graus, cómo no.
"Y las trenzas de Almudévar me las traen casi a diario desde el obrador de Huesca. ¿No la has probado nunca? Para mí, es el mejor postre de la zona, una trenza hojaldrada con frutos secos y glaseado de azúcar. Mmmm... solo de contártelo ya se me hace la boca agua". Lo decía con un entusiasmo encantador, sin saber que a las dos palabras ya me había convencido. Soy presa fácil, vale. Pero tenía claro que una de esas trenzas iba a ser mía.
Me decidí por un queso de oveja, una longaniza con trufa y la trenza, por supuesto. Estaba pagando cuando entró un señor del pueblo en la tienda. "Oye, vengo a por uno de esos patés que tienes, que me han dicho que están muy buenos". "Sí, los hace una chica de una aldea cercana, con la receta de su abuela, y la verdad es que están muy ricos, sí".
Oh, Dios. Había pronunciado las palabras clave: la receta de su abuela. ¿Cómo iba a marcharme de allí sin uno de esos patés artesanos? Al final cayeron dos, uno de jabalí y otro aromatizado con cerveza artesana de la zona. Muy rico, por cierto.
Saliendo de la tienda empecé a pensar que tenía que contarte mis hallazgos en esta newsletter. Ya ves, ni estando de vacaciones dejo de pensar en ti.
Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla.
El viernes que viene, más.
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