En la década de los 90, no había pareja con más solera que la que formaban Antonio David y Rocío Carrasco. Como el ex Guardia Civil la describió este martes en la Curva de la Vida que protagonizó en 'Limite 48 Horas', eran la "familia castiza" del momento. "La hija de una tonadillera casada con un guardia civil, una bomba", comentaba con un fugaz brillo en los ojos. Una noche más, Antonio David se abría en canal en 'Gran Hermano VIP 70, para contar los entresijos de la etapa de su matrimonio con la hija de Rocío Jurado más oscura y desconocida: su ruptura.
Desde 1999, año en que decidieron divorciarse de mutuo acuerdo, han sido sus batallas judiciales las que han hecho correr ríos de tinta, pero poco o nada se conoce de las causas que llevaron a la pareja al desgaste más absoluto en cuatro años de convivencia y con dos hijos pequeños en común.
Antonio David, muy emocionado y con lágrimas en los ojos, contaba su verdad. Y su verdad pasaba por llegar a expresar su confesión más reveladora: que, de no haber sido por unas circunstancias concretas, su matrimonio habría sobrevivido. O, al menos, le habrían puesto fin de otra manera menos traumática que la que llevan arrastrando desde hace dos durísimas décadas.
"Yo quería ser padre joven para disfrutar de mis hijos jóvenes. Mi ilusión era tener una familia y vivir como mis hermanos, crear un hogar y criar a mis hijos. Quería que fuéramos un matrimonio normal dentro de la casa donde me había metido, la casa de Rocío Jurado", recordaba con una punzada de nostalgia y de sensación de fracaso por no haber podido cumplir con aquel sueño.
El padre de Rocío Flores, declaraba que, por aquel entonces, aquella vorágine mediática en la que se vio envuelto de la noche a la mañana primero como novio y después como marido de la hija de la 'más grande' "no tenía mucha idea de todos esto. La tele no era como ahora, era más revistas y yo lo que veía eran revistas de coches y de motos". Pero, a pesar de la presión, reconocía que fue "feliz exceptuando los dos o tres últimos meses durante ese matrimonio".
La sorpresa de la noche llegaba cuando Antonio David se preguntaba en alto: "¿Se podría salvar el matrimonio?". Y sin un atisbo de duda, dejaba a todos boquiabiertos al verbalizar lo que, para él, 'mató' su matrimonio con Rocío: "Si no hubiéramos venido a vivir a Madrid, a casa de mi suegra, sí se hubiera salvado".
En su discurso, le dedicaba unas preciosas palabras a su suegra, pero no tanto al ambiente que les envolvía: "La abuela de mis hijos me adoraba y yo también a ella y su abuelo también, el problema es que había demasiada gente". Aquella mudanza a la capital, significó que "Rocío volvió a retomar su vida y sus amistades". "Que no era negativo", ha matizado, señalando al final el exceso de "opiniones alrededor". "Eso complicó la situación", concluyó.