Recetas del artículo 10 recetas perfectas para llevar al campo
"Eres más simple que un botijo", oí que le decía una mujer a otra en el autobús. Oiga, señora, un respeto, le contesté para mis adentros. Que el botijo se merece un monumento. ¿Acaso conoce usted cómo consigue el botijo que el agua esté fresca mientras fuera puede haber 35º? ¿Eh?
Pues resulta que, aunque el botijo se inventó (dicen) en Mesopotamia hace la friolera de 5.500 años, el efecto botijo no tuvo una explicación científica hasta 1990. Dos investigadores y profesores de la Escuela de Ingeniería Industrial de la UPM, Gabriel Pinto y José Ignacio Zubizarreta, estudiaron el mecanismo del botijo y consiguieron resumirlo en dos megaecuaciones infinitas que son de todo menos simples.
A grandes rasgos, la explicación es esta: como la arcilla es porosa, el calor ambiental hace que el botijo sude. Para evaporarse, esas gotas utilizan el calor interior como energía y por eso dejan el agua interior más fría.
Pinto y Zubizarreta demostraron que, en 7 horas, un botijo a 39º y con una humedad ambiental del 42% es capaz de enfriar el agua ¡a 15ºC! Ahora entiendo por qué mi abuela insistía en tener siempre un botijo con agua en la entrada de casa. Es más, ella le añadía al agua unas gotas de anís. Yo pensaba que era porque le encantaba ese licor, pero he investigado un poco y parece que era para mitigar el posible sabor terroso que cogía el agua con el contacto con la arcilla.
Mi abuela me contaba que, cuando yo era muy bebita, los fines de semana nos íbamos toda la familia a un terreno que teníamos en las afueras de Barcelona. A pasar el día. Cuando digo terreno es que era eso, no había casa. Y cuando digo toda la familia, me refiero a hermanos, tíos, primos, abuelos y otros parientes. Hasta 30 personas nos juntábamos en ese rinconcito de campo. Los niños jugaban a subirse a los árboles y las mujeres se dedicaban a preparar la comida. Había cosas que las llevaban hechas de casa –no podía faltar la tortilla de patata y pisto manchego–, pero con un hornillo se las apañaban para preparar buenas paellas. El agua, cómo no, la llevaban en botijos, para poder beber fresquito todo el día.
Hoy, lo más parecido a esas escapadas campestres son los pícnics. ¿Te apetece hacer uno? Pues he seleccionado para ti 10 recetas perfectas para llevar al campo.
Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla.
El viernes que viene, más.
|