El ayuno intermitente que rejuvenece

No se trata en ningún caso de dejar de comer sino de, varias veces al año, reducir considerablemente las calorías ingeridas y limitarse a consumir determinados alimentos

El ayuno selectivo que rejuvenece

Según el Instituto de la Longevidad de la Southern California University (EE.UU.), aunque no podemos frenar el proceso de envejecimiento, sí que podemos lograr que el deterioro asociado a él sea menor, de tal manera que podamos vivir más años en mejores condiciones de salud.
El director del citado instituto, el bioquímico Valter Longo, propone para lograrlo una dieta principalmente vegana combinada con ejercicio ligero que recoge en su obra La dieta de la longevidad (Ed. Grijalbo). Pero también propone ayunar de forma selectiva varias veces al año.

Cómo hay que hacerlo

Dicho ayuno selectivo y periódico –con pocas proteínas y azúcares y rico en grasas saludables como omega 3 y omega 6, pero con suficientes calorías, vitaminas y minerales– 'engaña' al organismo, haciéndole creer que está ayunando, lo que hace que las células queden en reposo para renovarse, induciéndolas a que se protejan contra el envejecimiento. Es cien por cien vegetal. El primer día se consumen 1.100 calorías (brécol, tomate…), grasas sanas (aceite de oliva y frutos secos), té sin azúcar y agua. Y los siguientes días las calorías deben ser 800. En cualquier caso, es recomendable no hacer nunca ningún tipo de ayuno sin consultarlo antes con el médico.
Distintos estudios han mostrado que el plan de Valter Longo ayuda a perder grasa abdominal, aumenta la masa muscular, disminuye los índices de glucosa, la tensión arterial, el colesterol, el factor de crecimiento IGF-1, que se asocia a un mayor riesgo de tumores, y la proteína C-reactiva, un factor de riesgo cardiovascular.

Prescindir de los azúcares

Es otra de las propuestas de Valter Longo, quien comprobó que envejecen. Lo hizo con el experimento de 'la cronología de las levaduras': si hacía que 'pasaran hambre' sacándolas de un líquido rico en azúcares, vivían el doble. El azúcar activaba los genes del envejecimiento y desactivaba las enzimas que protegían a las levaduras de la oxidación.

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