Los pies van escondidos durante la mayor parte del año y muchas veces no les prestamos atención. Cuando los destapamos en verano nos percatamos de los problemas que han permanecido ocultos. Y no conviene pasarlos por alto porque…

Todo el peso del cuerpo se sustenta sobre los pies y cualquier problema que les afecte y te haga sentir incómoda al pisar puede desequilibrar tu cuerpo. Eso puede acabar causando problemas también en rodillas, cadera o columna.

Su buen estado es garantía de buena salud. Cualquier afectación en ellos puede impedir que camines todo lo que deberías y llevarte al sedentarismo, lo que puede derivar en alteraciones relacionadas con la falta de actividad.

Síntoma de algo más: ¿Se te hinchan en exceso?

Cuando las piernas sufren. Si además de hinchazón de pies, sientes las piernas pesadas, te pican y te arden (o presentas varices), puede ser que sufras algún tipo de insuficiencia venosa. Te conviene consultar con tu médico para que llegue a un diagnóstico.

Si el problema son los tobillos. Las venas son porosas y si hay presión dentro de ellas y la sangre se 'estanca' puede salir líquido hacia los tejidos que la rodean. Eso provoca la hinchazón en los tobillos. También puede ocurrir por un problema renal. Informa a tu médico.

¿Por qué te duelen más con la llegada del calor?

Muchas mujeres, al llegar el verano, empiezan una “peregrinación” por las zapaterías en busca de un calzado que les permita pasar esta época sin sufrir en exceso las molestias que afectan a los pies. Y es que, aunque las alteraciones en esta zona pueden estar presentes durante todo el año, ciertamente en verano se intensifican muchas de ellas.

El efecto del calor

La hinchazón de pies es más habitual en verano porque el sol, al incidir sobre la zona, provoca un aumento local de la temperatura y el organismo intenta 'refrigerarse' activando la circulación. Esto lo logra provocando una vasodilatación –las venas se ensanchan–, lo que incrementa los síntomas de una mala circulación (dolor,
pesadez, cansancio...).

El pie está más expuesto

En esta época es habitual pasar más tiempo descalzos o llevar zapatos que protegen menos el pie. Por ello, es más fácil recibir pequeños golpes bajo las uñas que puede hacer que aparezcan pequeños hematomas que provoquen dolor, sufrir rozaduras, que salgan dolorosas ampollas o que el sol queme el empeine del pie. También está más expuesto a microorganismos y aumenta la sudoración, lo que propicia la aparición de hongos y verrugas plantares.

Ir de cañas y tapas, afecta

En verano se tiende a tomar más alcohol, rico en purinas (también está en carnes rojas, embutidos, marisco…). Al metabolizarlas se libera ácido úrico, que puede acumularse en forma de cristales en la articulación del dedo gordo del pie, provocando dolor.

Hábitos que previenen problemas podológicos

En verano, según un informe avalado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España, las consultas de estos especialistas reciben más visitas. Y principalmente las visitas son de mujeres que dicen tener dolor, durezas, sequedad o callos en los pies. Estas patologías se pueden prevenir en gran parte poniendo en práctica algunos sencillos hábitos de vida.
Evita los kilos de más. Un estudio de la Sociedad Americana del pie y el tobillo demostró que el 41% de las personas que visitaban al especialista por dolor en los pies había ganado peso justo antes de sufrir este síntoma. Y es que los pies son los que soportan el peso del cuerpo y cuando hay un exceso de kilos estos están sometidos a mayor presión, por lo que aparece el dolor.
Te conviene... Procura llevar una dieta equilibrada y baja en grasas, azúcares y sal, que propicia la hinchazón de pies. Además, practica ejercicio aeróbico (como nadar, caminar o ir en bicicleta) al menos 3 veces a la semana para quemar el exceso de grasa. Evita el deporte que implica un gran impacto del pie con el suelo, como correr.
Fortalece la musculatura. Son la base del cuerpo y para garantizar un buen soporte (y evitar el dolor) es básico que estén fuertes:
Dedica cada día unos minutos a reforzarlos. Por ejemplo, siéntate en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Coloca una pelota entre los tobillos y haz contracciones (aprieta y relaja varias veces). También puedes quedarte de pie con un pie sobre la pelota y hacer movimientos circulares.

Hidrátalos a conciencia

El calor hace que se resequen, se agrieten y salgan durezas. Para evitarlo, aplica crema hidratante cada noche en los talones y el dorso:
Tratamiento personalizado. Hay cremas hidratantes para pies que contienen desde el 10 al 40% de urea. Si su piel es fina y seca necesitas una baja en urea, pero si la piel es gruesa y recia, necesitas mayor aporte de esta sustancia. Consulta con el especialista.

Así alejas más los riesgos

Si están en agua... sécalos muy bien después con una toalla, sobre todo entre los dedos, para evitar los hongos.
Si usas calcetines en verano, trata de elegir unos que sean de hilo o de algodón, que favorecen la transpiración del pie.
Si te sudan en exceso aplica un desodorante o un antitranspirante de pies antes de calzarte para controlar la humedad.
Si están al sol. Aplica crema protectora solar también sobre el empeine para evitar quemaduras en esta piel.