Los expertos aseguran que los minutos posteriores al despertar determinan nuestra actitud física y el humor que tendremos durante toda la jornada. Hacerse el remolón en la cama, desperezarse poco a poco para salir con agrado del sueño, bostezar, frotarse los ojos y la piel, y sentir cómo entre cada relajación y contracción el cuerpo distribuye la energía es esencial para afrontar bien el día. Además, te aporta otros beneficios concretos. Estos son algunos de ellos:

  • Calentamiento natural. Piensa en esos términos en relación con el bostezo porque, de hecho, los estiramientos que supone evitan calambres o lesiones después del parón muscular nocturno.
  • Mejora el sistema cardiovascular. En especial, activa la capacidad anticoagulante en el sistema cardiocirculatorio haciendo que los pequeños coágulos que se formaron durante la noche se disuelvan de forma natural.
  • Efecto terapéutico. Se ha comprobado que un despertar brusco que corte el sueño y obligue a levantarse produce un dolor de tipo fibromiálgico que, en cambio, mejora al recuperar el despertar natural, el retozar y el desperezarse.
     

La manera adecuada de levantarse

Aunque desperezarse es algo que hacemos de forma instintiva, tomar conciencia de ese acto –de lo bien que sienta– nos permite sacarle más partido. Al despertarte, evita correr para levantarte (pon el despertador unos minutos antes de la hora en la que necesitas levantarte): lo más recomendable es que cambies de posición dos o tres veces y permanezcas unos segundos en cada una de ellas, retozando y reactivando así todo tu organismo. Luego, sentada en la cama y después una vez ya levantada, sigue desperezándote a gusto. Comienza estirando los brazos, tensando la columna y estirándola desde la punta de los dedos de los pies; nota cómo la respiración se hace profunda y el bostezo sale de forma espontánea, con una sensación de placidez y relajación que levanta el ánimo y genera una buena dosis de optimismo.