1 ¿Sientes dolor si estás tensa?

Numerosas investigaciones demuestran que el bombardeo de adrenalina que se genera en situaciones estresantes y la tensión muscular que la acompaña pueden favorecer que se sufran diferentes tipos de dolor. Contracturas: la zona cervical tiende a agarrotarse ante situaciones como una discusión, ir a un lugar con prisas, sufrir un contratiempo... También lo hacen los músculos que protegen la columna, provocando dolores de espalda, lumbalgias... Dolor de cabeza: esta  tensión en los músculos del cuello (y también del cráneo) puede provocar un dolor en las sienes, que se siente como si alguien apretase la cabeza. Muchas personas aprietan los dientes al dormir cuando están estresadas, lo que puede desencadenar dolor de cabeza.

2 ¿Tus dientes están débiles?

Según varios estudios presentados por el Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España, el estrés puede facilitar la caries dental y acelerar la enfermedad de las encías e incluso la caída de los dientes. Y ocurre por varias razones. Tienes la boca seca. Las glándulas salivales están controladas por fibras nerviosas. Por eso, si se produce un cambio drástico en las emociones su función puede alterarse y se produce xerostomía, es decir, el síndrome de boca seca, lo que empeora la salud oral. Tomas más azúcar. Las personas que sufren ansiedad por largos periodos de tiempo suelen tener los niveles de serotonina excesivamente bajos, lo que "empuja" al organismo a consumir alimentos ricos en azúcares, principal "caldo de cultivo" para las bacterias productoras de caries en los dientes. El dato curioso. Durante la Primera Guerra Mundial se acuñó el término "boca de trinchera" para describir una nueva enfermedad que afectaba gravemente a las encías (ahora se conoce como gingivitis ulceronecrotizante aguda). Su desarrollo se relacionó rápidamente con la ansiedad extrema que se vivía en esa época.

3 ¿Te resfrías varias veces al año?

Un estudio publicado en la revista “Proceeding of the National Academy of Sciences” demostró que en las personas que están permanentemente nerviosas, las células inmunes (encargadas de proteger al organismo frente a la invasión de patógenos) son menos capaces de provocar inflamación cuando un virus ha dañado el tejido, que es la que permite "aislarlo". Por ello hay más tendencia a sufrir un resfriado. Además, esta alteración de la respuesta inflamatoria influye sobre el estado de salud general y por eso hay más tendencia a infecciones de todo tipo.

4 ¿Has notado que sudas más?

Si lo percibes sobre todo en las palmas de las manos y los pies, puedes padecer hiperhidrosis emocional, que se origina en el sistema nervioso.

5 ¿No consigues dormir bien?

Cualquier situación que altere tu “paz mental”, aunque no seas consciente de ello, hace que entres en un estado de alerta que no te deja dormir. En concreto, el estrés está detrás del 85% de los casos de insomnio ocasional (duran 2 o 3 semanas) y las mujeres entre 40 y 49 años son las más afectadas. Además, aunque se logre conciliar el sueño, el estrés impide que este sea reparador ya que no se concluyen las fases de sueño profundo y REM.

6 ¿Te ahogas o te mareas?

Si no se presentan otros síntomas puede responder al estrés. La respiración se acelera. Tu cerebro activa, ante situaciones que te ponen nerviosa, el sistema respiratorio. Por ello, puedes sentir que “te falta el aire”. La cabeza se embota. La ansiedad puede en algunos casos también provocar un mareo de tipo psicógeno que hace que percibas la cabeza como embotada o vacía.

7 ¿Tu piel es más delicada?

Cuando estás angustiada liberas hormonas que provocan un torbellino de reacciones en tu organismo. Es habitual que eso genere desajustes en el nivel de estrógenos y testosterona (hormonas sexuales) lo que, además de provocar alteraciones en el ciclo menstrual, puede afectar a la salud de tu piel. Acné. Con los nervios se liberan más hormonas masculinas, lo que a su vez hace que se produzca más aceite. Esta grasa obstruye los poros y favorece el acné. Eccema. Muchas veces es de tipo nervioso y aparece cuando se está pasando un mal momento. Urticaria. Existe también una urticaria psicógena que se origina por los estados nerviosos mantenidos. Además, sea cual sea el origen de la urticaria, el estrés dificulta su cura.