Cómo afecta el frío a la salud

Protegerse adecuadamente de las bajas temperaturas ayuda a evitar un gran número de trastornos e infecciones

Cómo afecta el frío a la salud

El aire frío y la calefacción ponen a prueba al organismo, que debe someterse a cambios constantes de temperatura. Y es que la climatología influye mucho en la salud. De hecho, lo hace incluso antes de que nazcamos. Según un estudio de médicos israelíes, los bebés que nacen en invierno pesan menos que los que lo hacen en verano. La diferencia se explica por la menor absorción de vitamina D (que sintetizamos a través de los rayos solares) durante los últimos meses del embarazo.

Todo lo que puede provocar

Las bajas temperaturas también pueden causar los siguientes desajustes en el organismo:
La circulación se resiente: Cuando hace frío, los capilares se contraen como respuesta natural ante las bajas temperaturas. Esto puede favorecer la formación de coágulos, como apunta un estudio llevado a cabo en Francia, en el que comprobaron cómo los casos de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar aumentaban en invierno. Reduce este riesgo incluyendo en tus menús alimentos cardiosaludables (nueces, aceite de oliva, frutas y verduras, pescado azul...).
Más riesgo de infecciones: A veces las estancias no se ventilan adecuadamente por temor a perder el cálido ambiente creado por la calefacción, lo que provoca una mayor acumulación de gérmenes. A esto se suma una bajada de las defensas debido al frío. Evítalo tomando alimentos ricos en vitamina C (pimientos, cítricos...) y ventilando las habitaciones 10 minutos al día.
Piel seca y enrojecida: Las bajas temperaturas y el viento favorecen que nuestra dermis se reseque, y esto puede causar enrojecimiento y sequedad. La piel es la primera barrera protectora del organismo, por lo que mantenerla en buen estado contribuye a evitar infecciones. Utilizar una crema más densa que la que usas en verano te ayudará a que tu piel esté más hidratada. Sé especialmente cuidadosa con las zonas más expuestas al frío, como la cara o las manos. Tampoco olvides eliminar las células muertas una vez a la semana con productos exfoliantes. Una piel libre de impurezas se oxigena mucho mejor, y esto combate la sequedad. Y bebe agua con frecuencia para hidratarte también por dentro.

El cuidado de las zonas sensibles

Labios, orejas y nariz acusan especialmente las bajas temperaturas.
Más protección: Existen productos especialmente formulados para aportar una hidratación extra. Utilizarlos a menudo ayuda a evitar la sequedad y la formación de heridas y grietas en nariz y labios. En los días de frío intenso utiliza gorras para que no se formen sabañones en las orejas.

Las prendas más adecuadas

Los abrigos tipo plumón, elaborados con tejidos resistentes al viento y la humedad, son una buena opción en los meses más fríos. Debajo, es preferible usar varias prendas ligeras a una muy gruesa, ya que permiten adaptarse mejor a las variaciones de temperatura

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