Primero frío y luego calor con arcilla

El primer día, lo mejor contra la inflamación es aplicar frío. Luego, calor. No lo hagas más de 20 minutos y espera media hora para repetir.
La aplicación de calor es más efectiva con barro. Mezcla arcilla en polvo (en tiendas de productos naturales) con agua hirviendo hasta obtener una pasta. Unta una compresa y disponla sobre el cuello.

Baño y ducha con poderes casi mágicos

Otra forma de "usar calor" es dejar que el agua caliente de la ducha caiga durante 5 minutos. sobre el cuello. Mantenlo enderezado, sin girarlo.
Un baño caliente también te ayudará a relajar la musculatura (y la mente) en general. Añade sal de Epsom (en farmacias, herbolarios...): su sulfato de magnesio alivia las inflamaciones y disminuye el dolor.

Infusiones y compresas a base de plantas

El sauce tiene salicina, como los comprimidos de ácido acetilsalicílico. Otras infusiones, como la de abedul u ortiga, son antiinflamatorias. También va bien:
Aplicar una compresa mojada en la decocción de hojas de verbena, que es sedante. Y masajear con 10 gotas de aceite esencial de romero mezcladas con aceite de oliva.

A la cama con un cojín para las rodillas

Uno de los momentos más difíciles del día si el cuello duele es el de irse a la cama: cualquier posición molesta.
Los expertos aconsejan una de estas posturas: boca arriba con una almohada baja y otra debajo de las rodillas; o de lado con una almohada más alta y otra entre las rodillas. Aunque luego te muevas, te dolerá menos si empiezas la noche así.

Estiramientos sobre un flotador infantil

Alivian enseguida y, practicados con regularidad, los estiramientos refuerzan el cuello y previenen recaídas.
Boca arriba, apoya la cabeza en el flotador. Inspira y, al espirar, presiona (sin forzar) sobre el flotador. Cierra los ojos y dirige la cabeza hacia la derecha y luego hacia la izquierda, espirando cada vez que gires a un lado. Hazlo tres veces.

La técnica del pareo por detrás de la cabeza

Otro buen ejercicio de estiramiento: sentada en la postura "del indio", pasa un pareo o pañuelo grande por detrás de la cabeza y sujétalo por los extremos, abriendo los brazos al máximo.
Inspira y, mientras espiras, tira suavemente de él reuniendo tus manos delante del cuerpo, hasta notar el estiramiento en la parte posterior del cuello. Repite tres veces.

Decir 'sí' y luego 'no' solo con la cabeza

En la Universidad de Minnesota (EE.UU.) han comprobado la eficacia de estos otros estiramientos.
Alinea bien el cuello con la columna. Luego, llévalo lentamente hacia atrás y hacia delante 10 veces tanto como puedas, como si asintieras. Después hazlo hacia los lados (hasta que la nariz quede sobre los hombros), como si negaras.

Masaje con ayuda de una pelota blanda

Masajear la nuca de arriba abajo, con una ligera presión de los dedos, también alivia. Haz igual de las orejas a los hombros. Repite 10 veces.
Si el dolor llega a los hombros túmbate boca arriba, con las rodillas dobladas, y pon una pelota 'tamaño golf' pero más blanda bajo los puntos de dolor. Ve presionando sobre ella con el peso de tu cuerpo.


La tracción mecánica en versión casera

Si cuando te duela el cuello, alguien tira suavemente de él hacia arriba, sentirás alivio al estirarse las estructuras contracturadas y suavizarse la presión sobre los nervios. Los fisioterapeutas lo hacen con aparatos.
Se venden dispositivos domésticos de tracción mecánica de varios tipos. Nunca los uses sin consultar antes con el médico.

El descanso de cerrar los ojos y no pensar

Según un estudio de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania), el yoga palia los dolores de cuello crónicos al rebajar el estrés o la tensión emocional que suele haber tras ellos.
Tú puedes empezar, simplemente, por cerrar los ojos y concentrarte en cómo respiras profundamente. En cuanto comiences a relajarte, el dolor irá remitiendo.

¿Te ayudarían el collarín y la almohada cervical?

El primero, solo en caso de traumatismo. Si te duele el cuello y te colocas un collarín, puedes sentir alivio. Pero no te dejes engañar por la sensación. Al hacer de sostén, el collarín evita el trabajo de los músculos y, si se usa de forma prolongada, los atrofia. A la larga, el problema se agudiza. Solo hay que utilizarlo si hay que estabilizar la columna tras un traumatismo para prevenir lesiones de médula.

Unas almohadas no tan terapéuticas

El Ministerio de Sanidad se pronunció en su día sobre ellas asegurando que no son tan terapéuticas como a veces se publicita. Lo importante es evitar dormir sin almohada o que esta sea muy alta para no oprimir ni tensar las cervicales (va bien de unos 20 cm de grosor para que, acostada, la cabeza quede respecto a la columna como si se estuviera de pie). Las viscoelásticas, que se adaptan a la persona y tienen sistema de memoria, son las más recomendadas si hay problemas cervicales.