El Roscón de Reyes es el colofón a unas fiestas navideñas llenas de excesos (salados y dulces) pero que no hay que saltarse por nada del mundo. ¿Por qué? Pues porque cuando un dulce solo se puede comer una vez al año, ya se sabe que no hace daño.... Pese a que en la actualidad podemos encontrar roscones de reyes rellenos de casi todo, desde la tradicional crema o nata hasta moca, trufa, chocolate, cabello de ángel… lo cierto es que el Roscón de Reyes original no suele llevar ningún relleno , más allá de las tradicionales figuritas y habas que, o bien te coronan como el Rey o Reina del día, o te obligan a abrir la cartera y pagar la fiesta. Nosotros hemos optado por esa versión clásica de este tradicional dulce que pone fin a las fiestas, y lo hemos elaborado sin ningún tipo de acompañamiento más allá de las frutas confitadas y el azúcar por encima. La clave, como siempre con estos dulces, es organizarse bien y respetar los tiempos de levado para que la masa fermente sin prisas y a su ritmo. ¡Ah! Y de lo que no nos hemos olvidado, claro, es de las “sorpresas”, que para eso estamos en el día más mágico del año. Si quieres probar otras variedades, mira este roscón relleno de trufa o, si lo prefieres, de nata . Consejos para el roscón de Reyes: Busca el rincón más cálido de la casa y sin corriente de aire para dejar el roscón levando, puede ser cerca de un radiador o en el horno apagado si hace poco que lo has usado. Si ves que al hornear el roscón empieza a dorarse demasiado cúbrelo con un trozo de papel de aluminio.