Meghan Markle vuelve a demostrar su impecable gusto apostando por un estilismo que se sale de sus tonos más neutros a los que nos tiene acostumbrados, rescatando una de las tendencias más coloridas que ha marcado la temporada primavera-verano 2018: el color block. Se trata de la mezcla de dos o más colores llamativos que, en principio, no podrían congeniar en un mismo outfit. El lema "less is more" desaparece con esta fusión colorida.
La Duquesa de Sussex ha sorprendido a todos dejando a un lado los tonos negro y azul marino que escoge para la mayoría de eventos, y apostando por este conjunto que además de marcar su silueta más que evidente, conjuntaba el tono rojo y morado a la perfección. Se trata de un vestido midi ajustado de manga larga, con escote redondo y una pequeña abertura en la pierna, que combina con un abrigo recto en rojo con grandes solapas en el cuello, a juego con unos stilettos básicos del mismo color.
Para darle aún más presencia al look, Meghan ha apostado por un accesorio que contrastaba con el resto del conjunto: un bolso de asa corta en marrón.
En cuanto a la apuesta de belleza, ha escogido un recogido bajo despeinado y un maquillaje natural donde solo luce unos labios color nude y máscara de pestañas muy marcada, para focalizar todo el protagonismo al estilismo, y no recargarlo más.