Esta semana Isa Pantoja se viste de novia en nuestra portada. Blanca, radiante y triste va hacia el 26 de junio, día en el que se casa con Asraf Beno en Marruecos. No puede disimular lo sola que se siente ante los preparativos que se avecinan. Su madre no está, ni se la espera. Se aferra a la pandemia para excusar tanta pérdida, en el fondo sabe que no hay vacuna que solucione los males de su clan. Ni si quiera puede llamar a su progenitora para enseñarle los modelos con los que posa: “Por respeto” me dice intentando convencerme. Ver cómo Isa se refugia en su ramo nupcial, preguntándose ante el espejo cual de los cuatro vestidos de novia que luce en nuestras páginas le gustaría más a Isabel Pantoja, me despierta una ternura infinita.
Con su familia destruída por la lucha a muerte entre la folclórica y el D.J, Isa no puede disimular su miedo a que se repita el infierno que vivió el día del bautizo de su hijo Alberto. Las ausencias de su madre y su hermano en aquella tristísima ceremonia, la pillaron tan desprevenida que la herida aún sangra cuando recuerda lo sola que estuvo. No quiere volver a sentir aquello nunca más, por eso se está mentalizando para lo que venga el día de su enlace. El día de la boda quiere disfrutar y pasárselo bien, acepte quién acepte su invitación: “Estoy harta de sufrir por todos” me dice enérgica. Su mirada solo se ilumina cuando habla de su hijo y de Asraf. Su familia.
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