Haga lo que haga Tania Llasera va a estar mal hecho. A unos les parecerá horrible una cosa, a otros otra. Nunca va llover a gusto de todos.
Esto es algo que ya lo debería saber la presentadora y pero aún continúa dando explicaciones. Y las da porque se las piden. Me cae bien la de ‘La Voz’, aunque una vez me dio un tirón de orejas virtual. Me lo dio porque le puse un mes más a su hijo, Pepe, y parecía que hubiera dicho que el niño estaba examinándose de la PAU. Ella se llevó las manos a la cabeza, yo me sonrojé, me azoté un par de veces con mi látigo de cinco puntas (el de las grandes ocasiones) y rectifiqué. Pero eh, que me sigue cayendo bien, y lo hace porque es la mujer que todas hemos sido en algún momento. Empatizo con ella.
Conecto cuando la gente le dice, ¿por qué le das el pecho a tu hijo? ¿por qué desayunas huevos? ¿por qué llevas sandalias con calcetines? Y ella todo el día explicando. Como todas. ¿Cuándo te vas a echar pareja? ¿Cuándo te vas a casar? ¿No pensáis tener hijos? DEJADME EN PAZ. Solo quiero terminar de ver esta serie. Ahora las preguntas que le hacen a Tania tienen que ver con su peso. Cuando cogió unos kilos tras abandonar el tabaco la acribillaron, cuando se quedó embarazada, también. Ahora el problema parece ser el contrario, que está adelgazando.
El linchamiento ‘Taniallaseril’ de la actualidad consiste en hacerla sentir mal porque está perdiendo peso. ¡¡Oh!! ¡¡Ha traicionado a las ‘curvies’!! Eh, parad el carro, nadie ha traicionado nada. Por la primera que debe mirar Llasera es por ella misma, por su salud, y si el médico le dijo que esos kilos acumulados tras el embarazo podían ser peligrosos y derivar en una enfermedad como la diabetes, o interferir en su hipotiroidismo pues tenía que ponerle remedio. Así que los mensajes que a diario leo sobre ella ahora en vez de criticarla por sus kilos (que ya hay que ser cenutrio para eso), lo hacen por la ausencia de ellos. A mí me parece estupendo que adore sus curvas, que no renuncie a ellas y que además busque la versión más saludable de sí misma, y si lo está consiguiendo con las pautas que su nutricionista le ha dado, pues miel sobre hojuelas.
Además, la rubia se lo está currando. Está siguiendo una dieta típicamente disociada, tratando de comer de manera separada cada uno de los grupos de alimentos (hidratos por un lado, proteínas por otro, grasas…), y, también, va poniéndose en forma.
La dieta, que no es dieta, sino una forma de comer saludable, procura centrarse en las proteínas, pero no se olvida de los H.C. ricos en fibra y vitaminas que se obtienen de verduras, frutas y alimentos integrales. Por eso, cada uno de sus primeros platos constan de una crema de vegetales o unas verduritas al vapor, y en los segundos el protagonismo lo tienen las proteínas (pescado, carne, mariscos, huevos…). La fruta se queda para los desayunos y los tentempiés de media mañana y media tarde, y el alimentos integrales para cuando entrena.
Espera que aún hay más. Aquí viene lo que, a mi parecer, es más complicado: el ejercicio. Tania sale a andar (¡a paso ligero, oiga!) dos horas por la mañana y dos horas por la tarde. 4 HORAZAS DE EJERCICIO AL DÍA. Como si fuera la Michael Phelps de la caminata. Con este ritmo no me extraña que, según cuenta, en 5 semanas haya dejado 10 kilos. ¡Pero si no para quieta! La marcha siempre es una buena opción, pero entiendo que no todo el mundo posee 4 horas, con sus hermosos 240 minutos, para irse de paseo (ligero, que sí, ya me he enterado). Pero quizás una horita sí que podemos raspar para poner el cuerpo en funcionamiento, y puede que no seamos los Michael Phelps de la caminata, pero seguro que nos sentimos un poquito mejor.