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Con las críticas uno crece tanto profesionalmente como personalmente. Las dos cosas son igual de importantes. Los que ejercen la crítica a través de las redes sociales y escondiéndose tras un perfil critican e insultan, pero también felicitan. Esta semana recojo dos tuits: uno positivo y otro que no lo es tanto:
También están las críticas que vienen de una pandilla desde un plató. Hay que atizar al unísono por exigencias del guion, ya que previamente se ha hecho la reunión de escaleta y así se ha pactado. Y están también las de quien las da desde la experiencia. Quien adopta en un principio el silencio momentáneo de la supuesta prudencia: “No voy decir ni pío de Toño”. Para dar paso después a un lenguaje gestual lleno de caras que hablan por sí solas y terminar como siempre en un recital en sol mayor de insultos.
Esta última es la más importante de las críticas para mí. Viene de alguien que tiene en su palmarés dos grandes títulos. Primero un ‘talent show’ de baile, fruto del gran esfuerzo y atención en las clases con los profesores de baile y, lo mas importante, la capacidad de aceptar las críticas de los miembros del jurado y aplicárselas para mejorar sus errores. Después, el titulo de un gran ‘reality’ de convivencia donde pudimos ver sus grandes facultades diplomáticas a la hora de afrontar cualquier desencuentro con los demás habitantes de la casa más conocida de Guadalix de la Sierra.