Días de descubrimientos. Llego de promoción a Barcelona, donde está la sede de RBA, mi editorial, y me sorprende una ciudad magnífica y tranquila, donde se respira paz y buen hacer. No me sonrojo si os digo que es la primera vez que la visito y que en 48 horas me enamora. Respiro el aire que viene del mar, convencida de que un día volveré.
Días de máxima emoción. La apretada agenda de entrevistas que forman parte de ‘El abrazo infiel’ y que me han llevado de Madrid, a Barcelona y a Bilbao es una maratón. Ir de una radio a una televisión, de unas fotos a una entrevista con un prestigioso periódico es nuevo para mí, pero me lo han puesto muy fácil. Me siento muy cómoda con todos los profesionales que he conocido.
Me gusta observar cómo se me acercan. Algunos desde una atalaya, pensando que por el hecho de ser alguien muy presente en los medios y en televisión voy a ser estridente, o egocéntrica, o… alguien parecido a Belén Esteban. Otros desde la curiosidad, preguntándome de todo, desde por qué no me acuesto con mi marido a por qué me decidí a ser maestra o a cómo es mi vida en Yébenes. Muchos se han leído la novela, lo sé, lo noto. Y no hay nadie a quien no le haya gustado. Me expresan su grata sorpresa. Cómo me alegro.
Días curiosos. para explicar porqués, para recordar, contar, justificar, revivir. Lo sé, me lo dicen: “Lo respondes todo”. Y es cierto. Si me preguntan, hablo. Aunque recordar, a veces, duela.
Días de Orgullo. Y no solo porque cada vez que abro ‘El abrazo infiel’ y releo párrafos que he escrito, más feliz me siento pensando que una novela no es como un hijo, faltaría más… pero se le parece un poco. También Orgullo, este en mayúsculas, porque he apoyado la fiesta en Madrid. Me ha encantado hacerlo, más aún si cabe en esta edición, con el recuerdo tan vivo de Pedro Zerolo.
Nunca he sido una mujer tradicional, mi vida no es la que muchos esperan de mí, sé que mi matrimonio no es ‘normal’ y que soy distinta a la mayoría en muchas de mis actitudes. Llevar todo eso adelante no es fácil, como tampoco lo es vivir con el ‘qué dirán de mí’ siempre en mente. Por eso me quito el sombrero y aplaudo a rabiar ante todos aquellos que han tenido que luchar por la Libertad y el Orgullo, muchísimo más que yo.