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Por supuesto que pensaba escribir sobre el tema de la semana. Pero tenía otro aire mi artículo. Ahora lo escribo absolutamente indignada. Estamos viviendo unos meses muy trágicos. Y no lo digo yo. Lo dicen las cifras de muertos y de familias destrozadas que no han podido ni siquiera despedirse de ellos. Ancianos que han permanecido incomunicados de los suyos con la certeza de que no iban a volver a verlos. Niños confinados en casas de, a veces, muy pocos metros y luz natural, lo que hace más difícil la experiencia. Personas solas que han entendido que la única manera de acabar con esto y volver a la vida es QUEDARSE EN CASA. Compañeros/as que siguen confinados sin percibir su sueldo.