Cuando la Pantoja se resfría, el país estornuda. Y ella ha hecho de eso su mantra. A mí no me molestan sus entradas disparando ráfagas. Todo lo contrario. Es lo que más me pone de ella. Y además se lo admiten. Lo que me hace sentir como un animal enjaulado es que no nos permita repeler sus balas con la misma rapidez con que ella las dispara.

Interesa por su familia

Pantoja pinta su pasado y su presente a brochazos, dejando sus paredes limpias a base de cal ayudada por obreras que se quemarían las manos con tal de dejar inmaculada a su diosa de barro. Solo ella consigue salir de la cárcel por blanqueo y presentarse como la viuda de Mandela. Dice que es una estrella y probablemente lo sea, pero en estos momentos solo interesa por sus roces familiares.

Vive encerrada

Pantoja se permite sacar del armario en el que nunca estuvo a una servidora, pero veta preguntas sobre sus relaciones reales. Ella canta en un escenario y nadie pone en duda sus éxitos profesionales, pero sabe mejor que nadie que vive encerrada en un espacio donde nadie es capaz de decirle que la oscuridad no es lo que ella decidió hacer con su vida y sus hormonas. La absoluta oscuridad es el miedo a levantar sus sábanas y a enfrentarse al mundo para demostrar su valentía de verdad.

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Dulce Delapiedra

Pantoja entra en directo y dispara, pero en sus gritos está latente el miedo que la asfixia. Ataca a todos aquellos que no se ponen a su servicio y juega con el desprecio hacia los que ponen voz a sus conflictos. No creo que sea una mala persona, como le dije en directo en ‘Sálvame’. No lo creo. Pero desprende un tufo clasista que la empequeñece y la deforma. Culpa al mundo de todas sus desgracias y se lo cree, porque no tiene a nadie alrededor que la ayude a hacer autocrítica. Seguro que muchos la quieren, pero la mayoría le rinde culto y se arrodilla ante sus lamentos como bufones de corte.

No se baja del púlpito

Me dicen que la Pantoja gana en las distancias cortas. Difícil saberlo, porque es incapaz de bajarse del púlpito que le han construido en su castillo de papel. Una vez dicho esto, solo me ha convencido de una cosa: me ha quedado claro su sufrimiento como madre. Por eso me sorprenden el silencio y la lejanía de la que me habla su hija en la entrevista. Chabelita habla de unos años difíciles en los que siente un cierto abandono en la comunicación. Habla de su madre con amor, pero también con fisuras provocadas por la distancia impuesta por su madre en un tiempo en que la necesitaba mucho.

Solo atenta a los críticos

También entiendo el dolor que produce a Pantoja ver a su hija convivir con un ser lleno de rabia y odio hacia su familia. Pero no es solo Dulce. Isabel debería estar menos atenta a los que somos críticos con su hija y observar más a las advenedizas que la traen y la llevan de feria en feria y comentan sus aventuras y desventuras por los platós.

Pantoja y su hija se quieren

Sé que cuando vea la entrevista con Isa, la Pantoja se va a quedar con los titulares que la hagan sentir más infeliz. En la tragedia la tonadillera se mueve como pez en el agua. Pero desde aquí le pediría que la lea como una madre y que por primera vez en su vida se aleje de su corte y desmenuce cada una de las palabras de su hija. Por encima de ciertas quejas, lo que cuenta Isa es una auténtica historia de amor y de distancias difíciles de resolver. Ojalá todo esto cambie. Porque me consta que ambas se quieren y se necesitan.