Anoche vi un rato también a mi compañero Kiko Matamoros y la verdad es que tuve que dejar de verlo. Creo que se está desgastando mucho en esta guerra con enemigos de plástico de larga duración. Kiko ha cruzado muchos desiertos y ha huido en cierta forma de muchos conflictos emocionales. Ahora parece que está ordenando su entorno y creo que lo conseguiría prescindiendo de la espera de maletas y objetos cargados de elementos tóxicos. Kiko necesita ahora un espacio libre de humos de chimeneas llenas de la suciedad del tiempo. No entiendo que reclame objetos cuando lo que necesita son cosas que huelen a limpio.

Kiko tiene a sus hijos

Me parte el alma su tristeza, pero también me asombra que recuerde algo que ya no tiene y que, en cambio, no disfrute de todo lo que está consiguiendo. Tener a tu familia al lado es el mayor regalo en estos momentos, y él lo tiene. Ojalá yo tuviera esos momentos de abrazos. El domingo me esperaban en el AVE mi hermano, mi cuñada y mi sobrina y solo pude mirarlos de lejos y rozarnos con mucha prudencia. Hacía años que no sentía una tristeza tan desgarradora.