¡Se activó el protocolo!
Frase de moda esta semana.
El ridículo mensaje repetido en boca de un corpóreo que toma vida con focos fatuos. Hablo del personajillo Pequeño Nicolás. O como se llame el primer expulsado de ‘Gran Hermano Vip’.
Gracias a la activación del protocolo han salido a la luz las manos cuatreras que nos manejan. Eso es cierto.
Y ahora  quiero y necesito abrazarme a mi etiqueta sin protección oficial, con la única reactivación que me permite lo que me queda de los restos de mi naufragio emocional, después de tantos años conviviendo con artesanos de la mentira y la frivolidad en estado más puro.

Salchichas para el abuelo
Mi protocolo se activa de manera diferente:
-Cuando mi directora en ‘Sálvame’ y amiga Carlota Corredera me enseña vídeos de Alba, su hija, y daría parte de mi vida por volver al pasado y vivir esos momentos con mi hija otra vez.
-Cuando voy a casa de A. y R. para contarles mis brotes de cansancio y veo a las niñas en sus cunas rodeadas de luz, sin que te tengan que encender ningún dispositivo, y me pierdo en sus olores, olvidándome del mundo exterior que me asfixia.
-Cuando me acuesto de madrugada el sábado y daría mi vida por ver a mis nietos cuando me despierte el domingo diciéndome: “¡Buenos días abuela!”
-Cuando voy a los comedores del Padre Ángel y me cuentan que un niño se guardaba unas salchichas en el bolsillo para llevárselas a su abuelo que no tiene nada para cenar.
-Cuando veo imágenes del valle de la Bekaa –al este del Líbano– con más de un millón de almas en vilo abrazando a sus hijos, protegiéndolos del frío y del hambre que les escupe sin piedad.
-Cuando veo a mis mayores en el plató, mirando con los mismos ojos de curiosidad de un niño.
-Cuando aparecen bestias humanas maltratando animales.
-Cuando quiero recuperar la memoria y revolcarme de nuevo en noches de lujuria y besos con lengua.

Cedamos el paso
Decididamente hoy no tengo un buen día.
Estoy escribiendo y la tristeza sigue creciendo y danzando sin parar sobre mis dedos.
Necesitaría encontrar un lugar donde refugiarme de todo esto.
Pero mucho me temo que Frankie Nicolás y sus clones nos encontrarán con sus coches de reacción cargados de fallas caducadas.
Pero bueno, aplicaremos el adagio español: “Conviene ceder el paso a los tontos y a los toros”.