Empieza ‘GH VIP’. ¡Dios mío! A mi salud mental no le dan tregua. Entran 15 concursantes, pero todos se desvanecen en mis sueños agitados, con la cara de los Matamoros a modo de careta carnavalesca.
Hemos vivido sagas patéticas como los Pajares. Aburridas, pero educadas, como los Preysler. Y no puedo dejar en el arcén los inagotables Mohedano-Benito, que siempre se reinventan y nos revientan. Pero desde hace un tiempo todos han quedado en segundo plano con los Matamoros.
Y ahí, tengo un revoltillo emocional.
Mi ser básico me dice que les dé caña. Mi ser inteligente, que los ignore. Y mi ser emocional, que haga ‘edredoning’ con sus fluidos. ¿Y ahora a quién hago caso? Difícil tarea cuando tienes que hacer malabarismos con la razón y el corazón. Pero cada vez son más y seguirán llegando nuevos, según Diego.
Hay que hacer algo, antes de que lleguemos a Telecinco y nos encontremos con miles de Matamoros como los Gremlins, que harán piruetas con nuestras mentes incapaces de reaccionar a sus sacudidas.
Pero volvamos a ‘GH VIP’ e intentemos hablar del resto de la casa. Hay que felicitar a la cadena por unir a gente tan inesperada y tan desesperada.
Tenemos tripas para hacer una matanza, incluso prescindiendo del cerdo.
Madres sospechosas de defender a sus hijos para tener una silla, aunque los ejecuten públicamente. Otras, menos cuestionadas, pero capaces de saltarse a piola todas las reglas que han pregonado desde los balcones con banderas izadas a golpes de viento mohoso.
Y nosotros siguiendo el juego de estos malabaristas que son capaces de jugar a lanzar al aire a su familia, a cambio de tener presencia televisiva y facturar, a pesar de seguir arrancando las entrañas de, según ellos, sus seres queridos.
Voy a intentar evitar el vómito. Pero no va a ser fácil.
Tendría que tener favoritos a estas alturas del concurso, pero no me lo ponen fácil. Ahora me parecen muñecos de feria que se pueden tambalear con la primera goma en la frente. Voy a darles un tiempo.
Aunque tengo que confesaros que siento debilidad por Julián Contreras y Laura Matamoros. Parecen dos animalitos perdidos sin dueño. Pero eso... Lo parecen. Luego también dan la sensación de que están muy lejos de las emociones sin previo pago. ¿Ven como soy una pirada emocional?
Pinta bien esta edición. Los amos tienen claro quiénes son sus sirvientes. Sus babas les delatan. Pero es maravilloso saber que solo resbalarán los tontos. ¡Se abre la encuesta! ¿Quién será el primero? El caracol que se deslice antes en los espumarajos de los otros. Yo ya le he puesto cara.Y el Pequeño Nicolás es el arquitecto de la pista de salida.