La Gemio juega a ser una entrevistadora ‘blanca’ y pega puñaladas por la espalda sin compasión. Cuando la ves con esa sonrisa fingida en algún evento, te sorprende la capacidad que tiene su mandíbula para aguantar tanta tensión. La Gemio tiene gatitos en la barriga, y cuando aúllan tienes que salir corriendo. Es una mujer sin más preparación que la capacidad de trepar en su trabajo. Y es cierto que ha aprovechado cada oportunidad que le han dado. Su entrevista con la Campos me ha parecido una carnicería innecesaria.
Buscó la polémica
Nada te hace más pequeña que jugar a la superioridad con un débil. Sé que Teresa tiene recursos suficientes para salir de cualquier situación, pero estoy segura de que fue desarmada ante una enemiga invisible. La Gemio sabía lo que hacía. Necesita volver a la actualidad y es capaz de pasar por encima con su tanque cargado de munición para crear titulares. Sabe que, en este momento, su falta de interés mediático requería una polémica, aunque le perjudicara. Que hablen de ella es fundamental para que siga respirando profesionalmente, e Isabel sabe superar su apnea hasta que sus pulmones estallan. La conocí hace muchos años en una entrevista que me hizo. Desde el primer momento noté la inquina que sentía por alguien como yo. Y me sucedió algo parecido a lo que le ha sucedido a María Teresa Campos. Hizo preguntas sin ningún interés y acabó con una que le brotó de esa rabia que va acumulando cuando no sabe salir de una situación que le incomoda. Así que va a lo fácil... Terminó con esta interpelación cargada de mezquindad e ignorancia: “¿Usted de qué vive?”. Indro Montanelli la habría aupado como una de las no periodistas con más talento para cerrar una entrevista. En fin. Ella sabe que no sabe, pero lo intenta. Y lo peor es que cada vez el talento está más alejado de sus intervenciones, así que los recursos para brillar cada vez son más pobres.
Una carrera en declive
Isabel Gemio, ex de Nilo Manrique, es amarillista hasta la médula y le gusta escarbar en las entrañas de sus entrevistados. De los que puede, claro, que cada vez son menos, porque ya no engaña a nadie. Ella dice que entrevista a filósofos, literatos y científicos. ¡Dios mío! ¡Qué solos nos estamos quedando!