Melani Olivares, a punto de dar a luz. Empezando una nueva aventura con Gorka, su marido y padre de Lucho, el hijo que esperan. Edmundo ‘Bigote’ Arrocet comienza otra. Para él, es un viaje en solitario, alejándose física y emocionalmente del barullo y de la opinión de María Teresa Campos sobre su participación en ‘Supervivientes’. Dos historias que vivimos con notas muy diferentes este ‘Sábado Deluxe’.
Cuando me siento frente a Edmundo, intento bucear en sus emociones y siempre me cuesta. Hay algo de verdad y algo encubierto que soy incapaz de destapar. Él se muestra siempre afable. Es cierto. Pero esa distancia con el conflicto me provoca cierta sequedad emotiva.
Melani y Gorka bailan al son de la vida, con la danza de la complicidad y los sueños. Teresa y Bigote parecen unidos por la alianza del amigo invisible. Jamás pondría en duda ninguna de las dos relaciones. Pero no puedo evitar ser adicta al olfato.
Bigote va a vivir su hazaña, y está en su derecho. Pero creo que, para Teresa, la espera de su guerrero va a ser larga y con mordeduras en su coraza. Las Campos parecen estar marcadas por el exceso mediático. Y cierto es que lo saben rentabilizar. Pero la lupa con que se les mira es despiadada a veces.
Haciendo un paralelismo con las dos historias de amor que viví en plató, tuve la sensación de que Melani y Gorka se dejan llevar por cometas infladas por una brisa leve. Y parece que Teresa sopla fuerte para que Edmundo vuele.
De todas formas, les deseo larga vida a ambos.