Cuando te despiertas sin poder respirar y tienes que abrir una ventana pidiendo ayuda a cualquier brisa que pase por ahí, tienes que decidir tu decálogo para evitar que la mugre de tu vida te tapone tus resquicios de libertad.

  1. Impedir sentirte una cobaya atrapada en experimentos ajenos.
  2. Intentar escuchar los sonidos limpios de gritos y eructos.
  3. Pasear por las trampas de los ‘ninis’ saltando por encima de sus charcos.
  4. Combatir el desquicio que te crea la zafiedad y la ignorancia.
  5. Evitar el llanto que te produce la sequedad ajena.
  6. Vestirte de limpio cada día e intentar perfumarte con los valores que importan realmente.
  7. Abrazar a tu familia y sentir el estremecimiento de la inocencia y la pureza.
  8. No dejarte manchar por salpicaduras de necios.
  9. Decir no, aunque pagues un peaje, antes que dar un sí que te estrangule.
  10. Y por último, tener siempre los zapatos atados por si hay que correr, huyendo del miedo y la mediocridad.

Sí. Tal vez sea el momento de sentarme mirando a un horizonte más placentero. Normalmente nos es más fácil seguir huellas marcadas y no tener el valor de salirse del camino. Pero la verdad es que esto te lleva a no vivir tus propias aventuras. El terror y la cobardía te inmovilizan. La única manera de provocar el salto es cerrar los ojos y tirarte al vacío que casi siempre te recoge si reconoces el punto de aterrizaje.