Actualizado a
Hola Rocío. Te conocí cuando eras muy pequeña. Eras un bebé que tenías encandilados a tus padres. Recuerdo reuniones de Pedro, tu padre, con el padre de Alba, y cómo le brillaban esos ojos claros hablando de su niña. Babeaba. Y qué decir de tu madre. Cuando he estado alguna vez con vosotras, te cogía acomodándote como su pieza de mayor valor.
Siempre tenía miedo de que te rompieras con algún golpe de esos que te da la vida y que están agazapados sin que nosotras podamos avisaros. Y te puedo asegurar que la alerta siempre está disparada en la madres. Eras una niña alegre y tenías una vida con todo lo que pensaban los que te amaban que te haría feliz.