No me suele divertir escribir sobre aquello que hablamos hasta la saciedad durante toda la semana. Me prometí no escribir aquí sobre ‘Las Campos’. Y ya ven el caso que me hago.
Hambre de campos
Este viernes pasado me desperté con mensajes donde había felicitaciones y euforia por el buen dato del reality, perdón, el ‘docureality’ de las Campos. Había mucha expectación mediática, es cierto. Pero yo tenía mis dudas del éxito de este formato, a pesar de saber que tanto Teresa como Terelu han sido y siguen siendo unos personajes que la gente consume con avidez.
Me pasaron el programa el día anterior y lo vi con Alba, que había venido a pasar unos días con mi nieta Victoria. Lo miré como si fuera la primera vez que las viera.
Quería que me sorprendiera la grandiosidad de la casa de Teresa, que ya conocía. Y Terelu metida en sus faenas cotidianas, con las cámaras compartiendo su intimidad, algo que me consta lleva fatal
Hubo momentos que me atraparon, pero me faltaron emociones. Las intuí a través de esos cristales provisionales que colocan a veces para escupir al ojo ajeno.
Detrás de las cámaras
Así que el día del estreno entré en plató como un ratero en casa ajena. [Mila participó en el debate posterior a la emisión]. Había visto a Terelu antes en maquillaje y nos dimos un abrazo apretado y sincero, de amigas que se habían echado de menos.Y me encontré a una Teresa caminando con cierto rictus de preocupación en la cara, que intentaba disimular con una sonrisa al vacío. Normal. Se enfrentaba a una aventura desconocida. Nos buscaba con la mirada, como una niña busca los gestos de aprobación de su entorno. Esas cosas de Teresa me emocionan, y aunque nunca se lo haya dicho me hace quererla casi tanto como admirarla. Os puede parecer una crónica rozando el peloteo, pero quienes me conocen saben lo lejos que estoy de esto. Creo que hasta a la propia Terelu, que sí sabe de mi cariño por ella, le va a sorprender. Las Campos han dado un giro personal y profesional que estoy disfrutando.
Blanco de las críticas
Me han encantado esos confesionarios de Terelu, plantando cara a la crueldad de las redes sociales.Y Teresa defendiendo una relación que ha decidido cuidar como a un recién nacido, que hay que proteger de los virus ajenos. A veces lo hacen con tonos clasistas, o pueden parecerlo. Pero yo sé que durante mucho tiempo han vivido protegidas en una coraza que ahora se están quitando, y saben que las flechas de muchos estaban preparadas para este momento.
Tengo que reconocer que, a pesar de mi vena pandillera, me siguen gustando los finales felices. O al menos, que lo parezcan.