La recta final está sirviendo para que veamos la mejor cara de los concursantes que siguen con opciones al premio, aunque hay dos que están evolucionando a pasos agigantados: Mila y Alba. Han pasado de estar instaladas en la queja permanente a sonreír y a valorar lo bueno de esta experiencia.
No empezaron con buen pie, pero el saber que el final está cerca les está sirviendo de terapia curativa. Me emocioné al ver el rostro de la colaboradora de Mila empapado en lágrimas al enterarse de la nueva operación de Jorge Javier. Vi a una mujer desamparada y abatida ante una aventura que no ha sido fácil.
Mila ha sido generosa para lo bueno y para lo malo. Su egoísmo y su crueldad en las discusiones la situaron en la cuerda floja muchas veces, pero tras la expulsión de Hugo y con el desenlace a la vuelta de la esquina, la colaboradora nos está regalando su mejor cara. Aunque ella no lo sabe, le debe mucho a Hugo, que ha hecho que parte de la audiencia empatice con la rabia y la ira que la concursante sentía cada vez que discutía con el cantante. El caso de Alba es similar. La soberbia y la altanería que emplea en cada discusión se caen cuando la vemos dando buenos consejos a la que ha sido su mayor enemiga durante toda la edición. A la hija de Lucía Pariente se le perdona el veneno que le brota en las peleas cuando vemos su falta de rencor y su capacidad para reinventarse. Ya lo hizo en ‘Supervivientes’ y lo ha repetido ahora, aunque por desgracia esto no es suficiente para ganar el programa.
Estela debe salir
Estela, a diferencia de Mila y Alba, no ha conseguido redimirse ni empatizar con el público mayoritario. Nominada esta semana e incapaz de crear lazo alguno de complicidad con el espectador, debe salir el próximo jueves. La mujer de Diego Matamoros ha sido una concursante que siempre ha jugado a la sombra de otros para tener algo de protagonismo. Esta semana nos despedimos de ella. O eso espero.