¿Soy yo el único que piensa que en las listas de elegantes siempre salen los mismos? Estoy harto de ver repetirse a los invitados canapeteros de típica fiesta elegante saliendo una y otra vez en los Top Ten. Qué aburrimiento, por Dios.

Esta es la mía. Aquí van mis diez de diez.

Para ser elegante tienes que ser interesante. No me basta con un pelo lacio, dientes de nácar y una cintura estrecha talla XS. Exijo más. Pido que la lista de los elegantes sea además una quiniela de gente con la que me sentaría a tomar un café.

Ricardo Darín. El actor argentino hace siempre de él mismo, pero resulta creíble, mágico y hace que acabes dentro de la película paseando mecido por su cadencia. Ricardo es una estrella con estrella que no necesita blanquearse los dientes ni lucir tableta.

Javier Cámara. Después de verlo junto a Darín en Truman haciendo de amigo sereno y preocupado, necesitas que él también sea tu amigo. Javier tiene elegancia en esa mirada perdida de hombre que se ha quitado las gafas de siempre y te observa con una mezcla de tristeza y simpatía.

Gimenez Bartlet. La escritora ganadora del Planeta se ganó este año algo más que los 600.000 euros de la editorial. Una mujer que sube al escenario con una sudadera plateada en la que se lee mierda en francés, merde, tiene tarjeta para brillar más allá de su novela. Corte de pelo garçon, pantalones y mensaje en el pecho. Me gustan las mujeres que se saltan los protocolos.

Marta Fernández. La periodista es brutalmente bella. Pornográfica incluso. Tiene una mezcla entre Ava Gardner y Sofía Loren. Marta es la bruja mala y el hada buena, la mujer total. Su voz pertenece a los sueños y a las noticias. Siempre de negro, robando la luz de los demás. Si está ella, no existe nadie. Culta, interesante y sexy. Quién da más.

Manuela Carmena. La alcaldesa de Madrid es elegante. La edad juega a favor, a su favor. Tiene la frescura indie de una Mary Poppins sin paraguas y la seguridad intelectual de una abogada que está de vuelta de todo. No pretende epatar, ni llamar la atención, ni sentirse el centro de atención. Sin embargo lo consigue todo con el gesto amable de abuela que ha viajado, vivido y saboreado la vida. Manuela es chic sin necesidad de colores.

Asier Etxeandía es un junco que se cimbrea en el escenario y en la calle. Asier es elegante en la actitud. Me gusta cuando se toca el hombro para quitarse la envidia o cuando se retira el flequillo de la cara. Canta bien y lo sabe, es un europeo del showbussines norteamericano. Podría ser uno de los bailarines que saltaban junto a Frank Sinatra vestidos de marineros, el coreógrafo del mago de Oz o el señor de zapatos de charol que hiciera volar a Miss Ginger Rogers. 

El Pescao. Sí, el primo de Dani Martín, David Otero es el ejemplo de joven con barba y pelo largo, elegante y educado. Es simpático y ha hecho del mundo marinero su lugar y su estilo, también musical. Una camiseta a rayas, un gorro de lana y unos pitillo con americana. Azul y blanco. David es un hombre de mar con peces voladores como única decoración.

Carmelo Gómez es ya un señor. Agotado y lejos de los cánones que le llevaron a la fama, el actor interpreta de manera brillante los textos de Calderón para la Compañía Nacional de Teatro Clásico con una clase que ya pocos tienen. Carmelo tuvo, tiene y tendrá. Es elegante. Sonríe con los ojos antes que con la boca y posee la paz en las tablas que muchos quisieran. Qué bien le sienta el verso clásico a Gómez.

Asunción Balaguer. La viuda a su pesar o a su gloria de Paco Rabal es maravillosa, bella, luminosa y tierna. Si a los 90 años se tiene ese brillo en los ojos como el que ella tiene, nada más hay que decir para justificar el incluirla en esta lista de gente elegante e interesante. Asunción tiene ángel.

Inma Cuesta. La belleza es innegable y el buen gusto a la hora de actuar también. Me la guardo para cerrar la lista de mis elegantes porque Inma me gusta retocada y sin retocar. Siempre que la veo creo que va a llorar y que necesita mi hombro. Contagia toda la emoción en La Novia y dan ganas de cogerle la cara con las dos manos y decirle: Inma, qué guapa eres.