Desde mi boda con Kiko llevo veinte días en una nube.

El día después de casarme me sentí muy feliz. Llevo tantos años con mi pareja que no me sentía diferente, pero sí que me sentía como una princesa. Todo el mundo me trató tan bien y recibí una cantidad tal de mensajes bonitos, que me hicieron subir a esta nube de la que no quiero bajar. Kiko y yo nos despertamos con esos mensajes de gente que nos daba la enhorabuena, nos enviaba piropos y palabras bonitas y nos sentimos muy orgullosos porque todo había salido bien. Lo habíamos preparado todo con mucho cariño y era muy importante para nosotros que todo el mundo acabara contento. Saber que fue así es muy gratificante.

Artículo recomendado

Te ofrecemos las fotos más exclusivas de la boda de Kiko Matamoros y Makoke

Ya convertidos en marido y mujer

Ese día me apetecía ir a comer y cenar a sitios a los que normalmente no vamos. Como una turista más, envuelta en esa aureola que me rodeaba en mi papel de novia, de princesa. Nos levantamos tarde, a las 4, y fuimos a la terraza del hotel Wellington, donde habíamos dormido en una de sus suites, a comer. Luego nos echamos una siesta y pedimos la cena en la habitación el sábado por la noche, todo muy romántico, cosas que no haces habitualmente con tu pareja.

Lo recuerdo como un fin de semana mágico. Y eso que el domingo se empañó un poco por el tema de la filtración de las fotos. Me sentí traicionada primero y aliviada después, al saber que no había sido nadie querido. De hecho quien lo hizo fue la única persona que fue invitada ese mismo día, que me preguntaron si podía ir. Eso me alivió bastante. El poder decir al final: “No ha sido un amigo mío”. Yo ponía la mano en el fuego por todos mis amigos y me alegra no haberme equivocado.

Después de la boda tocaba el viaje, la esperada luna de miel. Kiko y yo nos íbamos a ir el jueves, pero a Kiko le pidieron estar en el ‘Deluxe el viernes por la noche. El sintió que se lo debía al programa en el que trabaja y allí estuvimos. Después de todas las tensiones vividas que si con la boda, las fotos, el topo... Kiko quería salir y celebrar. Fuimos a tomar algo al salir del programa y el sábado, casi sin dormir, ¡al aeropuerto! Solo habíamos dormido dos horas, estábamos con los nervios del viaje, a Kiko se le había olvidado el dinero y las tarjetas de embarque, en fin ¡un desastre! Menuda manera de empezar la luna de miel. Cuando estábamos en el avión nos miramos y pensamos: “¡Qué gilipoyez!”. Empezaba nuestro viaje y nada debería estropearlo.

Partimos rumbo a Miami. Yo con mi maleta llena de bikinis y con ganas de tumbarme en una hamaca, de disfrutar. De no hacer nada. A Kiko no le gusta la playa y quería algo de marcha, así que ese fue nuestro primer acuerdo de casados: hacer mitad y mitad. Y Miami es la ciudad perfecta: puedes ir de compras, salir, ir de discoteca y tienes cerca unas playas de ensueño. Pero lo que no podíamos imaginar era la belleza de la isla que nos habían recomendado visitar: Providenciales. Sus playas están catalogadas como las mejores del mundo. Allí se casó Sofía Vergara y las Kardashian van muchísimo. Me las recomendaron dos semanas antes del viaje y fueron todo un descubrimiento.

Makoke haciendo 'tumbing' en Providenciales

Allí puedes hacer un montón de planes: excursiones, submarinismo, salir a comer, cenar…pues no hicimos nada. Prácticamente no salimos del hotel. Solo un día salimos a cenar. Y justo ese día el taxista nos dijo que conocía un hotel donde había muchos españoles, que si queríamos que nos llevara y le dijimos que ¡no! ¡Ni hablar! No queríamos ver a nadie, solo estar solos a nuestro aire, en la tumbona con nuestra piña colada.

Nos hemos hecho muchas fotos, porque la playa era maravillosa, nos hemos reído muchísimo. Y hemos hablado muchísimo también. Recordando muchas cosas porque tenemos muchos años para recordar y muchas cosas bonitas que nos han pasado, ¡muchas! Conversaciones que no tienes con tu pareja en el día a día porque la rutina lo impide. Para la pareja es importante hacer estas escapadas solos.

Era la segunda vez que visitábamos Miami. La primera lo hicimos con Javi y nuestra hija Ana y los eché de menos esta vez. Viajo mucho con ellos y todo el tiempo pensaba: “¡ay esto les encantaría!”. Me acordé de Ana mucho cuando fui de compras por Victoria’s Secret porque le encanta. Con ella pasé la noche antes de la boda y fue muy emocionante. Sobre todo cuando, a las 12 de la noche, Kiko me mandó un mensaje (y eso que habíamos dicho que no hablaríamos para mantener la magia). Aún se me pone la piel de gallina de recordarlo. ¡Estuve una hora llorando! Ana y yo dormimos abrazadas esa noche.

Pero la luna de miel llegó a su fin. Tocaba volver, bajarse de la nube. Y ha sido raro porque durante mucho tiempo la boda ocupaba todo mi tiempo. Al llegar a casa he echado de menos la ilusión de los preparativos, los regalitos para los invitados, esos detalles que me encantó organizar. Me lo pasé tan bien organizando mi boda que quiero dedicarme a ello y poder hacer lo mismo para otros novios. He hablado con mi amiga Lucía, que se encargó de la lista de invitados de nuestra boda y a la que le regalé mi ramo, y voy a empezar una nueva etapa en mi vida como ‘wedding planner’.

Esa será mi nueva aventura cuando ponga los pies en el suelo y me baje de esta nube en la que llevo desde que, por fin, tras 18 años, le dí el ‘Sí, quiero’ a mi marido.