En un porcentaje bastante elevado de los casos, siempre que se produce un trío uno se queda más o menos descolgado. No es que me lo haya contado un amigo. Como los he hecho, sé de lo que estoy hablando. Cuando te toca ser el descolgado, intentas llamar la atención de la manera más absurda porque te da rabia ver que los otros dos están tan compenetrados y tú tan suelto.

En la Comunidad de Madrid, gobierna un trío. Dos se llevan más o menos y al otro lo miran de perfil. Sobre todo uno. Pero lo siento: por mucho que ese uno intente por todos los medios que no lo relacionen mucho con el descolgado, la cosa es que están juntos en esta historia. Y la gente no es tonta y lo ve, aunque nos intenten hacer creer no ya lo contrario, sino cosas que no son. Así que con los tríos se apechuga. Si no, mejor no te hubieras liado la manta a la cabeza y te hubieses encamado con semejante ‘partenaire’. En toda esta historia, no hace falta decir quién es quién. Vosotros sois muy listos y sabéis a quién me refiero. Uno de los del trío también va de listo, pero arrieritos somos. A ver cómo defiende de aquí a un par o tres de meses ese triángulo.