Crecí en un mundo rodeado de mujeres: madre y dos hermanas. Y me siento muy afortunado por ello. Creo que vivir rodeado de mujeres te hace ser mucho más inteligente emocionalmente. El viernes, viendo la peli “Casi Cuarenta” de David Trueba, uno de los protagonistas expresaba una idea parecida así que no debo andar muy desencaminado con mi pensamiento.

Muchas veces intentan desacreditarme haciendo referencia a mi público: “esas mujeres que ven sus programas”, “esas mujeres que van a verlo al teatro”. Qué equivocados están los que tiran por ese camino. Porque son las mujeres las que sustentan el entramado cultural de este país y supongo que del mundo entero. Son las mujeres las que más leen. Son las mujeres las que más van al teatro. ¿Conocéis a algún grupo de hombres heteros que queden para ir al teatro? No padre. Se juntan para ir de cañas o para ir al futbol y al teatro van muchas veces a rastras, empujados por sus señoras o por sus novias. Pero las mujeres quedan para ir al teatro, al cine, a exposiciones, a clubs de lectura.

A mí los hombres heteros, por lo general, me amuerman bastante. No me atraen sus conversaciones, me parecen aburridas y poco estimulantes. Yo estoy acostumbrado desde pequeño a escuchar hablar de sentimientos: a mis hermanas de sus novios, a mi vecina la señora Encarna cuando cargaba contra su marido el señor Torcuato. Lo femenino me ha atraído desde pequeño. Y lo que son las cosas: antes me lo tenía que callar porque me tachaban de maricón –tampoco se equivocaban tanto- y ahora o se ama lo femenino o no se es un ser humano como dios manda. (No creo que la expresión como dios manda sea la más adecuada pero no se me ocurre otra).

En mi profesión también me tiran más las mujeres que los hombres. A mí dadme a una Ana Rosa Quintana, una Julia Otero, una Mara Torres, una Mercedes Milá o una María Teresa Campos. Son oro molido. La tele y la radio que me gusta la hacen muy bien las mujeres y los gays. Los heteros suelen retransmitir correctamente partidos de fútbol.