Hoy quiero dedicar mis primeras líneas al momento en el que descubrí que estaba embarazada.
Cuántas sensaciones mezcladas y, a la vez, una que destaca sobre todas ellas: MIEDO, miedo a tantas cosas desconocidas, miedo a enfrentarme al momento, miedo a contarlo...
Creo que es muy diferente el momento de descubrir que estás embarazada cuando lo has buscado y planificado, o descubrirlo, como en mi caso, cuando llega por sorpresa con tan solo 17 años.
Antes de que el miedo fuera en aumento, decidí armarme de valor y contárselo a mi madre. Sentía vergüenza pero sabía que ella tenía que saber lo que yo intuía que me estaba pasando. Lo primero que hicimos fue comprar un ‘predictor’ para salir de dudas. Recuerdo que estaba deseando verlo yo antes que ella para poder prepararme, aunque fuera unos segundos, pero finalmente se lo di, lo vimos juntas y… POSITIVO. Aunque estaba muy nerviosa, ¡recuerdo tan bien esa conexión con mi madre! Ella se comportó con muchísimo cariño y fue capaz de transmitirme esa seguridad y protección que en aquel momento tanto necesitaba. Gracias, mamá.
Entonces el miedo fue dando paso a la alegría y la ilusión. A partir de ese momento, se sucedieron unos meses que yo viví como en una burbuja. Pareja, familia y amigos me colmaron de mimos y cuidados y, como consejo a las futuras mamás, os diré que disfrutéis de esa sensación y os dejéis cuidar y mimar porque es su forma de colaborar en la llegada del bebé.
Todos esos meses los viví volcada en preparar su llegada, me sentía impaciente por verle la carita, por tenerlo conmigo, pero todo eso os lo contaré en los próximos artículos.
Hasta la semana que viene.