Hola amigos,
Este post de hoy para mí es muy especial.
Muchos de vosotros sabéis que ayer fue el cumpleaños de la abuela de Alberto, mi madre.
Alberto la adora. Cada vez que le digo: "Vamos a Cantora", se le ilumina la cara. Le encanta pasar el día en el campo, como expliqué en posts anteriores. Él ha pasado dos cumpleaños, cada uno diferente pero, esta vez, era mas consciente de todo y ha disfrutado mucho de su abuela. Empieza el día jugando por todos lados y felicitando a la 'cumpleañera'. Para él, su mayor diversión es estar en la piscina. Le encanta el agua y se pasaría todo el día dentro. ¡La hora de comer es un ajetreo tremendo! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Va picando lo que quiere (hay mucha comida), y no se le puede decir nada, porque está consentido por todo el mundo. Baila como yo lo hacía, por las noches, encima de la mesa de porche. Cuando le preguntan: "¿que tiene la abuela?". El dice: "¡Arte!".
Sobre todo, presta mucha atención a los toros. Ver tantos le causa impresión y, de hecho, me hizo comprarle una pequeñito, porque debe recordarle a Cantora.
Juega con unos con otros.... Cuando hay un niño, siempre, todo se sobre lleva mejor. Trae esa paz y esa alegría que todo adulto necesita. Tiene la inocencia que yo alguna vez tuve, sonríe en el mismo lugar que yo solía hacerlo. Hasta se parece a mí, cuando era pequeña. Parece que no han pasado los años, y me veo reflejada en él.
Unos dicen que es una cárcel de oro. Otros sueñan con ir a conocerla pero, que sea un misterio, es lo que la hace bonita. En el fondo, Cantora es el sitio donde soy feliz con mi madre. Alberto sabe que Cantora es el único sitio donde puede encontrar a su abuela. Y yo también.