Como cada semana, la portada de Lecturas ha vuelto a revolucionar el quiosco. Y no es que lo diga motivado por el orgullo de pertenecer a esta pequeña familia, que también -¿se puede ser cursi los viernes?-, sino porque se trata de una realidad que cualquiera puede comprobar. Auténticas batallas a pie de calle para poder hacerse con un ejemplar antes de que se agoten. Y es que, ¿de qué hablaríamos si no durante el ratito del café? Esta semana nos ha tocado posicionarnos. Paz Padilla o Carlota Corredera. La enemistad entre las sustitutas de Jorge Javier parece que ha tocado techo y puede acabar afectando al futuro profesional de una de las dos. No nos sorprende. Tres, incluso en un plató, siempre han sido multitud. Ahora toca decidir quién será la próxima defenestrada, quién se convertirá en la próxima Terelu. Y yo, ya lo advierto, lo tengo claro.
Nunca he terminado de comprender el éxito de Paz Padilla al frente de 'Sálvame'. Como elemento extraño y desconcertante tiene su gracia -Paz no era Jorge Javier, pero tampoco lo pretendía-. Se atreve con todo, no tiene mesura a la hora de hacerles bromas a los colaboradores y consigue rellenar esas largas pausas entre tema y tema con ocurrencias inverosímiles que, casi siempre, acaban funcionando. Pero, claro, eso no es bastante para convertirse en la presentadora ideal para este formato -y no es que Padilla no se haya esforzado, que pocos hubiesen estado tan dispuestos a mantenerse firmes en un entorno tan hostil-. Mientras no teníamos ningún elemento de comparación, el debate estaba ganado. El problema, claro, vino cuando aterrizó Carlota Corredera.
Mucho más cercana al universo 'Sálvame', la directora en excedencia reconvertía su trabajo detrás de la cámara en una silla de colaboradora y el título de sustituta de la sustituta durante la que iba a ser su baja maternal. Llegaba, evidentemente, con mucho ganado -¿quién se va a meter con la directora del programa?-, pero trató de que eso no le pasase factura. Fue, poco a poco, encontrando su hueco, convenciendo a los espectadores y consiguiendo un tono mucho más cercano al de Jorge Javier -llevando incluso a su terreno algunos de los recursos del presentador- que al de Paz Padilla. Corredera entendió desde el primer momento que debía ganarse a los colaboradores, entender sus problemas, empatizar con sus peculiaridades, demostrarles que, para ella, son únicos y especiales. Y así lo hizo.
Es, sin duda, la presentadora revelación del momento. Un valor en alza al que no nos extrañaría ver en su propio formato cuando termine la aventura de 'Sálvame' -¡o incluso antes!-. A lo largo de estos meses, ha demostrado que ha nacido para conducir un programa de estas características. Controla los tiempos a la perfección, sabe frenar los temas si se desvían demasiado y no duda en meter el dedo en la llaga si la situación lo requiere. Con elegancia, pero con firmeza. Ha evidenciado, como ya hizo María Patiño, que los caminos de la televisión son genuinamente inescrutables. Que no son los presentadores los que eligen los formatos, sino que son éstos los que les terminan encontrando. 'Sálvame' ha tardado seis años en descubrir a su sustituta perfecta. Ahora, ya la tiene.
Puede que la marcha de Paz Padilla no sea algo inmediato. La reincorporación de Corredera a las tareas de dirección hará necesario poder contar con su presencia para cubrir las muchas horas de directo. Y el público, además, la quiere -los colaboradores igual no tanto-. Pero tal vez vaya retirándose poco a poco. Centrándose en otros proyectos y desvinculándose del programa -tampoco nos extrañaría que Jorge Javier terminase haciendo lo mismo-. La maquinaria de 'Sálvame' funciona independientemente de las caras. Bien lo sabe Terelu. Ay, cuántas veces se habrá arrepentido de haberse cogido aquellos meses de vacaciones. ¡Cuántas!