Oigan, oigan, aquí abajo, como diría Pilar Eyre en su exitosa 'No es por maldad' -cuentan las redes sociales que se producen verdaderas batallas campales en las peluquerías y demás sitios repletos de gente para ser el primero en leer su columna-. Me pillan, como cada viernes, con la legaña puesta y una cafetera pitando en la cocina. Son los estragos de quedarse pegado a la televisión hasta las dos de la madrugada y volver a ponerse en pie apenas cinco horas después. Si alguien me hubiese dicho que tener un blog de televisión iba a ser tan sacrificado, la verdad, no le hubiese creído. '¡Pero si estás todo el día sentado en el sofá!'. Venga, de acuerdo, paro de quejarme ya, que es cosa de ingratos.
Estas ojeras que hoy adornan mi cara y que me obligarán a llevar gafas de sol durante todo el día -como si fuese una folclórica cualquiera-, se las dedico a Jorge Javier Vázquez, la cabeza visible de 'Supervivientes' y, sin duda, el mejor presentador que tenemos actualmente. Sí, asumo el riesgo de que van a llevarse las manos a la cabeza y me acusarán en twitter de dorarle la píldora a la estrella bloguer de esta misma revista. Lo sé y, la verdad, incluso me gusta un poquito. A los que lucimos pierna de forma pública nos va la marcha, para qué negarlo. Pero siéntense a reflexionar antes de lanzarse a la crítica sin sentido y ríndanse a la evidencia. Jorge Javier está, ahora mismo, en estado de gracia. No hay nadie en televisión que pueda hacerle sombra.
La anterior edición de 'Supervivientes' me dejó con un regusto un tanto amargo. La tensión creada por Nacho Vidal terminó eclipsando todo lo demás y dejando una sensación agotadora, un mal rollo constante que traspasaba la pantalla. Puede que eso terminase influyendo en mi percepción del presentador, al que veía incómodo -no debe ser nada sencillo llevar un plató con ese nivel de crispación- y un tanto cortante. Nada que ver con este año. Jorge Javier está feliz y se le nota. Cada semana se muestra divertido, ingenioso, rápido, bromista, dicharachero, gamberro, seductor y empático con los concursantes. Puede que sea la presencia de Mila en la isla, que el casting de este año ha resultado estar más equilibrado o, simplemente, que pasa por un buen momento personal, pero, sea como fuere, el público lo nota.
Pocos presentadores han conseguido crear un estilo propio y revolucionar la forma de entender la televisión. Antes, hace poco más de seis años, los conductores de los programas eran esos bustos parlantes que leían a la perfección y salvaban las incidencias tratando de que los espectadores no se dieran cuenta de nada. Un noble arte que, hoy en día, nos resulta caduco y anquilosado. Y la culpa de eso la tiene Jorge Javier. Con 'Sálvame', la televisión rompió su imagen y se convirtió en algo mucho más flexible. Dejó de tratar de engañarnos, haciéndonos creer que todo es perfecto, para explicarnos el verdadero funcionamiento de un programa. ¿Dónde habíamos visto que un presentador se dirigiese al director y le reconociese que no tenía ni idea de por donde iba?
Esto, claro, como ocurre con toda innovación, generó recelos, miradas furtivas del que ve amenazado su trono y no quiere asumir que, o cambia, o tendrá que buscar un nuevo destino profesional. Es la evolución de los tiempos. Esa transformación que ha hecho que, a lo largo de las cuatro horas de gala de 'Supevivientes', todos estemos más pendientes de los comentarios que hacer Jorge Javier que de las pruebas de líder. "Yurena, ¿tú has hecho un trío alguna vez?".Ese es el motivo de las audiencias estratosféricas del programa -además de contar con un equipo técnico capaz de gestionar un espacio de semejantes dimensiones-. Con otro presentador, no sería lo mismo.
Como la vida, el tiempo pasa y nuevas corrientes vendrán. ¡A saber qué estaremos haciendo dentro de unos años! Pero, ¿quién nos hubiese dicho que aquel joven tímido que repasaba las revistas con Ana Rosa terminaría siendo una de las grandes estrellas de la televisión? Recuérdenlo cuando duden sobre el futuro.