Y, entonces, llegó ella. ¡ELLA! La estrella indiscutible del momento, la reina de las portadas, la emperatriz de los 'docu-realities'. Ella, Terelu, estaba en la casa de 'Gran Hermano'. Y yo, aquí estoy, escribiendo otra vez sobre lo mismo de siempre. ¿Qué le voy a hacer si el universo conspira contra mí para que así lo haga? Ayer, España -o bueno, los millones que decidieron darle una segunda oportunidad a esta edición de 'GH'- se sentó en el sofá, quiero pensar que con un buen surtido de dulces, para ver la aparición estelar de la protagonista de 'Las Campos'. Porque Terelu ya no es la hija de María Teresa, ya no es la presentadora de 'Con T de Tarde', ya no es la sustituta de Jorge Javer. Hoy Terelu es Terelu. La musa de Mediaset.
Cinco minutos le bastaron para dejar claro que ella -ELLA- había ido allí a jugar. 'Súper, ¿puedo abrir la nevera?'. Aplausos y vítores desde las redes sociales. No era para menos. Terelu demostró ayer lo que significa trabajar en televisión -en una, además, tan absorbente como Telecinco-. Y eso que su papel era tan solo anecdótico. Entrar en la casa, como ya hicieron en el pasado varios rostros populares -su madre, sin ir más lejos-, para dejar un objeto con el que hacer una prueba. Una bobada a la que Terelu supo dar la vuelta para transformarla en el mejor momento de la noche. En SU momento. Ni corta ni perezosa, se dirigió hacia donde todos queríamos que fuese: la nevera. “Si hubiese habido churros me los hubiese comido”. ¡Guapa! ¡Guapa! ¡Y reina! ¡Reina!
Terelu ha entendido perfectamente su nuevo papel en televisión. Lo vio claro en cuanto le pusieron el proyecto de 'Las Campos' delante. Ya era hora de coger el timón, de nuevo, y dejarse de colaboraciones en una mesa repleta de gente. Y no ha defraudado. Los directivos de la cadena deben estar encantadísimos. Tanto que han confiado en ella para rescatar las preocupantes audiencias de 'GH', el reality invencible, ese monstruo que generaba contenidos para toda la semana. Terelu sabe, sabía, que no podía limitarse a entrar en la casa y marcharse con viento fresco. Sabía para qué la habían llamado y tenía claro que iba a jugar su papel. Ahí está la diferencia entre alguien que lleva décadas en televisión y el que acaba de llegar. Terelu tenía que ir a la nevera. Nadie se lo había pedido. Ella -ELLA- lo sabía.
Terelu ha encontrado su sitio y está pletórica. No solo ha revalidado su condición de 'superventas' de portadas, sino que, encima, ha conseguido algo que siempre se le había resistido: empatizar con el público. Nunca desoír los consejos de su madre le había venido tan bien. Atreverse a mostrar sus debilidades en pantalla, a hablar de sus problemas, a dejar claro que sufre con lo mismo con los que sufrimos los demás, le ha servido para bajar de ese pedestal en el que se había autoencumbrado y reinventar su imagen. Ahora ya no es esa 'hija de' que despierta morbos y odios -pese a que lo sigue siendo-, ahora es la mujer que sufre, la mujer que come, la mujer que sabe que no debe pero no puede resistirse. Y para ello ha tenido que dinamitar la coraza de perfección que había construido su madre, sí, pero, ¿y qué? Ha valido la pena.
Anoche, en un momento de enajenación, mientras el sueño hacía acto de presencia y los aburridos concursantes de 'GH' seguían con sus aburridas existencias, algo cruzó mi mente. ¿Y si hubiese sido Terelu la elegida para cogerle el relevo a Mercedes Milá? Terelu ha conseguido romper su coraza gracias al reality. Ahora le queda deshacerse de los corsés como presentadora que con tanto esmero ha ido poniéndose. Desatarse y desmelenarse. Podría volver a tener un 'prime time' si lo hiciese. Ay, Terelu, ¡cuánto trabajo por delante!