¡Quítatela! ¡Quítatela! A los que anoche se les ocurriese ponerse la nueva entrega de Secret Story les debió explotar un poco la cabeza. Y no solo por los gritos de Jonathan, el hermano tatuado de Cora. Llegó un momento en que uno ya no sabía si iba a salir Carlos Sobera o los Javis subiéndose encima de la mesa. “Y debajo de Zorro esta.... ¡un señor que no conocemos de nada!”. Que oye, muy bien pensado esto de coger ideas que funcionan y adaptarlas para darle vidilla los formatos pero, claro, ¿qué necesidad hay de tanto misterio si son personas anónimas? Todo valió la pena por ver al pobre Caballo tirarse toda la santa noche escuchando el parloteo de sus compañeros sin poder ni siquiera abrir la boca. Supongo que, de vez en cuando, se echaría una cabezadita. Vamos, como Xuso Jones en el sofá de colaboradores.
Visto que Antena 3 ha despegado en este segundo advenimiento del entretenimiento, parece que Mediaset ha querido echarle un ojo, así de ladito, sin que se note mucho, a la cadena triste. De repente, Carlos Sobera, vestido de Rocío Carrasco, hacía acto de presencia flanqueado por Mario Vaquerizo y el propio Xuso, que aquello parecía ‘Tu cara me suena’ sin Àngel Llàcer, y la locutora Cristina Bosca. Un respiro para los habituales a los realities, el público objetivo de esta nueva entrega, que por fin se encuentran con algunas novedades entre sus filas. Sean estas las que sean, claro. Menos mal que allí estaba Nagore para recordarnos la cadena en la que estábamos. Echamos de menos a Marta Riesco, la verdad. No perdimos la esperanza de que fuese la última en quitarse la máscara pero no. Debía estar preparando su nueva comparencia de estado.
Con todo, había ganas de una remesa de desconocidos. Que muy bien esto de tirar de famosos y rostros de la cadena pero, claro, cuando encadenan tres concursos seguidos la cosa empieza a flojear. Tras el fiasco a nivel de personajes de las entregas de ‘La isla de las tentaciones’ -¿alguien recuerda a concursantes más allá de Fany?-, era hora de alimentar la cantera. Y oye, pues muy bien. Una espídica matemática con fobia a las salamanquesas, dos hermanas que no se las vio complicidad alguna pese a haber compartido seno materno, un despistado fontanero que las redes rápidamente descubrieron que es humorista y una pobre muchacha fan de las croquetas que tuvo que escucharse que engordan y que a ver qué iba a hacer. Soy yo y cojo esa de plástico y se la estampo encima. Venir a este mundo para que te digan estas cosas.
Y ahora, ¿qué? Aquí está la cuestión. ¿Está el público preparado para un reality de anónimos? O mejor, ¿está el público de las cadenas generalistas preparado para ello? Porque ahí hemos tenido ‘Insiders’ en Netflix, por poner un ejemplo, que no ha ido nada mal. Tiene Telecinco un problema estructural ahora mismo. Es una realidad que la propia cadena comenta casi a diario. Puede incluso que problema no sea ni la palabra adecuada. Los ritmos televisivos también tienen fases. Ahora parece que toca esta pero uno ya sabe que cuando mejor se pelea en es el barro. Ojo, no descartemos que la semana que viene entre Adara. Yo, de ella, iba despejándome la agenda.