A Isabel Pantoja le ha salido mal el pulso para deshacerse de Carlos Lozano. La tonadillera, consciente del papel principal que juega en este Supervivientes -solo tiene que pensar en el caché que se embolsa día a día para recordarlo-, ha querido forzar la máquina para que la organización, cual Chelo García-Cortés, se pliegue a sus deseos. El problema, claro, es que no lo ha conseguido. Y la audiencia tampoco parece serle tan fiel...

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Pantoja se vino arriba en cuanto vio que el público estaba de su lado. Al menos, el que corrió a posicionarse como pantojer y le otorgó a su diosa suprema el beneficio de un lecho en el que posar sus divinas espaldas. Un premio que la cantante le arrebató al resto y que hizo creer a Isabel que los Cayos son Cantora. Con su chelordomo y todo que le lleva las zapatillas.

La tonadillera, trenza en ristre, tensó la cuerda hasta amenazar con un abandono que en ningún momento había pasado por su cabeza. Pantoja se marcó un órdago con Lozano y perdió. Puede que el presentador se haya llevado un toque de la organización, trasladándole al palafito con Loly -¡vámonos con Loly!-, a ver si se le pegaba algo del buen rollo de la primera expulsada, pero ha terminado ganándole la batalla a la cantante.

Pantoja no solo tuvo que retractarse en directo, destapando sus cartas y las de Azúcar Moreno, sino que, además, le tocó pasar el trago de la salvación del presentador y su lucha por la inmunidad. De repente, Lozano adelantaba posiciones y dejaba a sus rivales algo reventadas. Y eso que el presentador es, perdonen las mayúsculas, ABSOLUTAMENTE INSOPORTABLE.

Carlos ha decidido replicar la misma actitud que en su paso por GH VIP y de momento, por la torpeza de Pantoja, le funciona. Isabel podría haberse convertido en la nueva Miriam, la nueva María Jesús, si no tuviese cuatros palmeras dispuestas a dar la vida por ella. En su lugar, acaba haciendo del presentador el elemento discordante, el único que le planta cara y eso, como no, también le gusta al público.

Si Isabel quiere llegar lejos -a no ser que su intención no sea esa-, debe cambiar de estrategia. Y su supuesta carpeta con Colate no será suficiente. La tonadillera sabe que la leña arde, el problema es que aquí se la enciende Carlos Lozano.