- Es posible vestirse de muñequita pasados los 40 y no hacer el ridículo. Siempre se nos juzga (y juzgamos) conforme a unos parámetros estrictos que no benefician a nadie. Basta ya de juzgar la forma física o la edad de las mujeres a la hora de vestirse (y de presentarse al mundo). Patiño defiende con dignidad unos estilismos que pueden gustarnos o no, pero con los que se mueve segura y sabe defender. ¡Ole por ella!

- Es relativamente fácil perder el acento exótico, orgulloso y con raíces cuando se trabaja en televisión. María, natural de El Ferrol, no tiene deje gallego alguno al hablar, de la misma forma que su compañera Lydia Lozano tampoco deja asomar el acento de las Islas Canarias que latieron crecer. Sorprendentemente, Terelu, malagueña criada en Madrid, es la más exótica de Sálvame en cuanto a acentos y cuando se exalta y emociona se vuelve más andaluza en el habla.

- La expresión “mi verdad” o “tu verdad” como paradigma platónico de comprensión de la realidad. Como realidad filosófica revelada, como criterio formal kantiano. El otro día una mujer se coló en la caja del súper y al ser increpada por el resto exclamó. “Yo estaba aquí antes. Es mi verdad”. Y nadie pudimos hacer nada, porque “Mi verdad” es, gracias a Patiño y los de su calaña, un hecho irrefutable, universal, empírico y lleno de fuerza.

- Que las venas del cuello se pueden hinchar y deshinchar y no significa problema carsdiovascular alguno. En el caso de María, es la pasión, la vehemencia, los arranques de ira, los que igualan su gaznate al de un cantaor. Y parece no sufrir ningún mal por ello.

- Que los retoques estéticos no tienen porqué ser dramáticos o despersonalizados. A ella le sientan muy bien. Al menos hasta ahora. Muchos personajes populares terminan pareciéndose entre ellos, en lugar de mejorar su propia imagen. María tiene muy buena materia prima. Si se mantiene sin ir a más, perfecto. Claro, que si le apetece parecerse a Camilo Sesto, pues bien por ella también, que siga… Al fin y al cabo, nada es tan personal como el propio aspecto físico.

- Gema López y María Patiño se llevan muy bien. Y cada vez se parecen más entre ellas. O bien son hermanas separadas al nacer y no lo dicen, o bien se han mimetizado de tanto roce conjunto (que suena a algo lésbico, pero no lo es). Porque es relativamente común parecerse a quien comparte horas con nosotros. Los gestos, la forma de moverse y hasta la voz, puede llegar a índices de similitud como los de Gema y María.

- Absolutamente nada de lo que hace, dice e incluso piensa María Patiño, se estudia en la carrera de Periodismo. Lo advierto por si alguien quiere matricularse por “inspiración” suya en esta carrera. Sin embargo es una excelente comunicadora. Transmite cada acontecimiento como si fuera un conflicto bélico del que dependen muchas vidas, y parece que le va la suya propia en cada cosa que dice. Y eso, no hay universidad que lo enseñe: se tiene de forma innata, o no se tiene.