A veces me percibo como un monstruo: me veo deforme, horrorosa, gorda, llena de defectos. Y recuerdo a Terelu diciendo aquello de que se sentía “fea, gorda y vieja”. Me pasa sobre todo cuando veo a famosas de mi edad, con unas vidas tranquilas, una piel tersa y una sonrisa abierta como una puerta de un garaje.
Se me pasa pronto. Menos mal.
Lo primero que pienso es que yo no vivo expuesta al público, no soy una top model, ni un personaje popular como Terelu, así que no ser ni estar perfecta no es ningún problema. Pero lo que veo después, es que mi vida sí que es tranquila, y mi sonrisa sincera… Sin estar expuesta al escrutinio público, sin someterme a carísimos tratamientos… me veo muy bien. Estoy muy bien.
Y una vez llegados a este punto, me planteo el caso Terelu, una mujer que sin estudios, sin demasiado esfuerzo y con mucho apoyo, ha conseguido hitos de popularidad considerables.
¡Ojo! Esto no es un ataque contra ella, al contrario: hay que tener una valía especial para llegar donde está por el atajo y saber mantenerse ahí. Ojalá fuera tan fácil para todos. Me alegro mucho por ella, porque lejos de ser altiva, distante o insensible, se muestra cercana y humilde. (Otra cosa son los ideales e intereses que tenga, las preocupaciones intelectuales o la conciencia del propio privilegio, claro).
Para mí lo más grave que ha puesto de relieve el reality de las Campos, es la gordofobia. Mostrar como un problema -y de tremendas dimensiones además- el estar gorda. Dejando a un lado cuestiones de salud (muchas veces interesadas y que no se corresponden con la gordura y la delgadez) se da por hecho que estar delgada es bueno y estar gorda es malo. Se parte de esa premisa, y además se enfatiza a lo loco como punto de partida.
Se da a entender que la máxima preocupación de Terelu es su relación con la comida y con la báscula. Y peor: que debe ser así. ¿Por qué?
Terelu -menos mal- se lo toma con una excelente actitud. Confiesa divertida que apenas come, mientras la vemos picotear, y confiesa que ha elegido ser feliz, que si “cuidarse” (eufemismo para decir dieta) le supone un sufrimiento, no lo va a hacer.
Terelu ha pasado por un cáncer, que sin duda le ha hecho replantearse cuáles son sus prioridades vitales. Sin embargo, hasta su madre hace una lectura de la enfermedad más perversa: Le ha hecho engordar. En general, es Maria Teresa (más luchadora, con estudios, y con una vida esforzada) la que más hincapié hace sobre la gordura como un problema.
Vamos a ver, ¿Dónde está el problema? Si la mayoría de los alimentos que ingerimos son procesados y hacen engordar; si llevamos una vida sedentaria; si a partir de cierta edad el metabolismo no quema las grasas igual ¿Qué esperamos? ¿Hay que vivir a dieta? ¿Hay que sufrir? ¿Tiene que ser esa una preocupación en nuestra vida? Lo grave es que además parece la única…
Me da miedo que la gente anónima como yo se vea gorda, y no sea un pensamiento fugaz como el mío. Me da miedo que alguien pueda pensar que eso sea un problema importante.
No, Terelu. No, gente: Estar gorda no es un problema. El problema lo tienen los demás si así lo ven.
Y Terelu, y usted, y yo, estamos estupendas, sobre todo mientras estemos felices. Hay cosas más importantes. Y si lo que nos preocupa es la belleza, de verdad que poco o nada tiene que ver con el peso. Parece mentira que tanta gente, desde Maria Teresa Campos hasta la vecina del quinto, lo vean así. Basta ya, por favor.