Por CONCHI ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

María Valverde, como si fuera un ave fénix, ha resurgido de sus cenizas para mostrarse fuerte, valiente y renovada. La actriz se convierte en la portada de diciembre de la revista 'Marie Claire' que despide el año con ella, como tantos españoles lo harán desde la televisión, porque María será uno de los rostros de la Navidad. Al lado de David Bisbal, Valverde será la encargada de brindar por las fiestas de mano de Freixenet.

La nueva María

Dice que ha vivido una huida hacia delante y haberse encontrado (por fin) en Londres. La ciudad la ha acogido y le ha devuelto una perspectiva muy diferente de las cosas. La ha ayudado a madurar, a curarse las heridas y a quererse más. “Se ha acabado un ciclo de mi vida y hace poco ha empezado otro. Y estoy empezando, estoy como naciendo. Y todo gracias a haberme reencontrado con Londres”.

Con unas ganas tan enormes de triunfar desde la cuna, reconoce que ya de pequeña le decía a su madre que quería morirse y que todo el mundo supiera que había existido. Y desde luego, lo está consiguiendo labrándose una sólida carrera al lado de los más grandes. Ahora da el salto de manos de Ridley Scott al cine internacional. María es el interés amoroso de un Moisés interpretado por Christian Bale en ‘Exodus’, y esto parece que sólo es el principio.

Este tiempo en Londres le ha servido para una cosa: aprender a disfrutar cada instante. “Las cosas no son para siempre. Solo tenemos una vida, así que a disfrutarla. Y si hay que maquillar, quitar con láser o hacer más grande alguno de mis tatuajes, se hace y listo”.

Se nos muestra ante nosotros una María diferente, deshinibida, divertida y algo gamberra, pero sobre todo, una que habla claro: “No puedes ser del todo sincera y decir lo que realmente ha pasado, sobre todo por el respeto que me tengo a mí misma. Es complicado ser natural cuando quieres llorar, gritar o… Y sé que dejé de serlo, por todo lo que se me venía encima mediáticamente. Pero ahora estoy en un momento increíble, en el que me he descubierto y tengo que dar la cara”.

Así habla del que un día fuera su pareja, Mario Casas

Y aprovechando estos pocos pelos en la lengua, uno no puede evitar intentar tirar del hilo y adentrarse en lo que realmente dinamitó su relación con Mario Casas. “Dejé de saber. Simplemente, un día desapareció”, dice, “Mario es alguien a quien quise mucho. Pero ahora tengo la sensación de haber estado con un desconocido. Ya no espero nada de él”, concluye.

“El aprendizaje como mujer que he vivido es impagable. He pasado por todos los estados de una persona en los últimos años para aprender. Pero también te digo que seguramente la volveré a cagar porque soy una yonqui emocional y no quiero que nadie me quite las ganas de volver a amar, perder la libertad o mi naturalidad. No quiero ser una amargada, y nadie lo va a conseguir”, y demuestra, una vez más, esa nueva María de la que tanto le gusta hablar y que tanto bueno le está haciendo.

Y finaliza sus palabras con algo que ha aprendido durante este pequeño bache emocional que tanto le ha ayudado a crecer: “Hay que ser valiente y asumir las cosas, porque marear en este campo es sinónimo de dolor, sobre todo por el respeto a la persona que has querido. Se puede dejar de amar, pero nunca de respetar al otro”.

Esta María valiente no nos puede gustar más.