Jennifer Lopez no está pasando por su mejor momento. La cantante quiso jugar al despiste para crear expectación de cara a la inauguración del Mundial de fútbol y la cosa se le fue de las manos. Insinuó que no iba a ir, hizo un vídeo en instagram para desmentirse a sí misma y al final fue, sí, ¿pero para qué? Descoordinada, descompasada y desubicada, J.Lo. ofreció una actuación nada acorde con la magnitud del evento. Y es que la portorriqueña tenía otras cosas mejores en las que pensar. ¿O acaso creen que la elección del vestuario fue pura casualidad?

Cuando los responsables de la ceremonia de inauguración del Mundial tuvieron que sentarse a pensar qué cantante sería la encargada de representar ese espíritu de fraternidad y competitividad que materializa el fútbol, se dieron cuenta que la cosa no era sencilla. La jugada de Shakira en Sudáfrica les salió tan bien que era difícil igualar el éxito. No solo la cantante se esforzó en aprender algo de lenguaje autóctono, sino que, además, consiguió que presidentes, jefes de estado y reyes se movieran al ritmo del 'Waka waka' y encima se enrolló con un futbolista. ¿Qué más se puede pedir? Eso sí es compromiso laboral. Pero, ¿quién podría asumir el reto de sustituir a la colombiana? Pues Jennifer Lopez. De acuerdo, J.Lo. no tiene nada de brasileña, ni habla portugués -de hecho, es mucho decir que hable español-, pero cuerpo y facultades de baile no le faltan. De entrada, parecía una apuesta segura, ¿no?

Con lo que no contaban los de la FIFA era con la inestabilidad emocional por la que estaba pasando la cantante. Lopez, que desde que rompió su matrimonio con Marc Anthony había estado saliendo con el bailarín Casper Smart, se encontraba en plena vorágine de sentimientos. Por una parte, la cantante acababa de descubrir que su novio había aprovechado sus ausencias para intercambiarse mensajes y fotos subidas de tono con dos modelos transexuales -que habían tardado menos que nada en contarlo a la prensa-. Por otra, la edad no perdona y Jennifer se acerca peligrosamente a los 45, una cifra muy complicada para una estrella del pop -demasiado mayor para los jóvenes, demasiado joven para los maduros-. Y por si le faltaba algo, la sombra de Marc Anthony continúa planeando por la vida de la neoyorquina. Con este cóctel de emociones, lo último por lo que estaba preocupada J.Lo. era por cantar.

Días antes de su traslado a Brasil, la cantante llamó a su ex marido -bueno, al último de los varios que tiene- para pedirle consejo sobre como romper definitivamente con Casper Smart. Suponemos que Marc Anthony le dijo, “mira, Jennifer, solo tienes que hacer lo que yo hice contigo”, y ella se quedó mucho más tranquila. A Smart, 22 años más joven que la cantante, le daba bastante igual todo el paripé, la verdad. El bailarín tiene por delante un futuro estupendo como “ex novio de”, con sus realities, sus entrevistas y sus memorias previamente censuradas acorde a la ley. Un chollazo, vamos. Y, claro, J.Lo., que está escarmentada, sabe lo que se le viene encima. Con todo este drama, ¿quién puede cantar bien?

Pero la venganza es un plato que se sirve frío. En cuanto pisó Brasil, J.Lo. buscó el vestuario más provocativo, más sensual y con menos tela de los que le habían propuesto y se quedó con esa especie de bañador verde que no dejaba nada a la imaginación. Jennifer salió al estadio a decir a Casper Smart que ese cuerpo todavía tenía muchas ganas de guerra y que había cometido un error dejándolo escapar. Y tan preocupada estaba por eso, que ni se dio cuenta del evidentísimo playback, de los pantalones pirata de Pitbull, ni de esa rubia que cantaba con ellos que nadie sabe quien es. Ella solo podía imaginarse la cara de Casper en su casa, lamentándose de su mala suerte, tal vez llorando, con el smartphone en la mano, eso sí.

El resultado, un desastre. La peor inauguración en años, escasa afluencia de público y ni rastro de la espectacularidad de Shakira. El público la puso fina en las redes sociales y queremos pensar que hasta la propia Jennifer, una vez se le pasó el subidón de darle en los morros a su ex, recapacitó y se dio cuenta del bochorno. ¿Quién me ha dejado hacer esto? ¿Por qué no me avisasteis de que el playback era tan malo? ¿Quién le dio esos pantalones a Pitbull? Ay, Jennifer, haber pedido la baja, que así no conseguiremos nada. Y, por si nos faltaba algo, gafaste el partido de España. ¡Esto no se hace!