El matrimonio formado por Carolina Cerezuela y Carlos Moyá vive un final de cuento,  del idílico “fueron felices y comieron perdices” que se prolonga ya dos años. O así lo cuenta la actriz y presentadora, que admite no saber cuál es el secreto para avivar la llama del amor con el extenista, pero del que afirma estar enamorada hasta de sus defectos.

Después de dos meses en Miami, Cerezuela vuelve como imagen de la firma de joyería Morellato, un trabajo más que sumar al de la tele –ha renovado por otra temporada más en 'Tu cara me suena'– y que ha elegido entre otros proyectos que le llegan en este momento tan dulce laboral y profesionalmente, porque asegura que se puede permitir el lujo de elegir y no arriesgar. No porque le den miedo nuevos formatos de televisión, sino porque no quiere poner en peligro a su familia. “Jamás me perdonaría no estar en los momentos importantes de la vida de mis hijos. Bajo ningún concepto”.

Irina Shayck es la imagen de la firma internacional, tú en España.

- Estoy muy contenta. Imagínate, es un honor. Lo peor es cuando ponen nuestras fotos juntas. Ella, divina y luego, yo.

¡Pero si has recuperado tu figura en dos días después de dar a luz!

- No me quejo, es verdad. Siempre me encomiendo a la madre genética y funciona. Al ser cesárea, no te dejan hacer abdominales, ni puedes hacer deporte. Así que me ha tocado mirar al cielo, cerrar el pico y esperar a que mi cuerpo se recuperara.

¿Engordaste mucho durante el embarazo de Carlos?

- Comí muchísimo. Yo sola me autocastigaba. No soy de comer muchos dulces pero, durante este embarazo, me dio por el chocolate. Y yo creo que cuando estás embarazada, hay que escuchar al cuerpo porque, si te pide algo, es porque tiene déficit. Además, en los embarazos, lo importante es el bebé. Da igual si estás más mona o no. Y como di a luz en diciembre, me puse de roscón, de foie, de todo, hasta arriba. Me decía: “como acabas de parir, la gente no tiene por qué verte delgada todavía”.

Y los meses de Miami han servido para desengrasar, nunca mejor dicho…

- Mmmm Miami. Qué bien. Hacía un calor tremendo. Un placer.

¿Te ves viviendo allí?

- Sí que me gustaría. Me encantaría. Pero no me voy a ir a vivir a Miami. Un mes o dos está genial. Miami es para nosotros el relax, el descanso, los niños, la familia. Y olvidarnos del trabajo y de las obligaciones.

¿No te tienta trabajar en Miami?

- Este año sí que es cierto que me decían: ‘Quédate, que seguro que te surge una buena oportunidad’. Porque es verdad que a los latinos en Miami se nos pueden abrir puertas, pero no lo he intentado. Ni lo voy a intentar. Mi trabajo está en España, mi vida está en España y Miami son vacaciones.

¿Carlos te da mucho trabajo?

- ¡Qué va! Es un bendito. Está muertecito de sueño siempre y, a poco que le dices, se ríe. No llora. Come bien, duerme bien. Es un bebé sano. Más no se puede pedir.

¿Carlos padre te echa una mano?

- Carlos no me echa una mano. Cuida y cría a sus hijos igual que yo. No pasa menos tiempo que yo con los niños. Lo hace feliz, le nace, le va la vida en ello. Es el primero que, cuando nos ofrecen una escapada con amigos y sin niños, es él quien dice: ‘Sin niños, no’

¿Y Carla tiene celos de su hermano?

- Tuvo dos semanas de adaptación, pero ahora no sé si porque es niña y ya le ha salido el instinto maternal, lo abraza tanto y lo besa tanto que lo ahoga. Así que celos no, pero una pasión con la que hay que tener cuidados sí.

Sois una familia modélica. ¿Cómo se consigue?

- No lo sé. Yo no creo que esas cosas se hagan a propósito, que requieran esfuerzo. Eso nace. No puedes aprender a que una pareja funcione. O funciona o no funciona. Yo, en mi caso, no sacrifico nada. No hago un esfuerzo. Estoy enamorada. Y Carlos está enamorado de mí. Tenemos un objetivo común, la prioridad son nuestros hijos, nos gustan las mismas cosas, todo lo compartimos.

¿No hay ningún secreto?

- Que somos cómplices. Con Carlos puedo reír, llorar, irme de juerga, hablar de un tema importante o de algo insustancial. Carlos es mi todo.

¿Ni una pega siquiera?

- Estoy enamorada de sus defectos. Quizás dentro de diez años te pregunto: ¿pero cómo te pude decir eso? Pero a día de hoy, te juro que me gustan sus defectos. Son las cosas que hacen especial al hombre que quiero. Me encantan sus manías, me parecen adorables. El día que entre en casa y no vea en medio del pasillo su raquetero creo que me moriré de pena.

Tu prioridad es tu familia.

- Sí. El trabajo lo elijo en función de ellos. Tiene que ser con un horario determinado, que me permita estar en casa. Soy muy inflexible, pero por mis hijos. Reconozco que estoy en un momento de mi vida en el que soy muy privilegiada, en el que elijo trabajos teniendo a mis hijos como  prioridad

¿Y no te da miedo que, viendo cómo es la televisión, que un día estás arriba del todo y otro, no te llaman, se olviden de ti?

- En la vida hay que correr riesgos y los corres donde crees que es necesario. Yo, jamás, nunca, bajo ningún concepto, correría el riesgo de que mis hijos me echaran en falta. Que mi hijo me dijera el día de mañana: mamá, no estabas. El riesgo de la tele es asumible, el de mi familia no. Jamás me perdonaría no estar en los momentos importantes de la vida de mis hijos.

Hace unos días tu nombre fue motivo de polémica en el Ayuntamiento de Elche, de donde eres. Denunciaban que habías cobrado 200.000 euros por una campaña publicitaria que jamás salió a la luz. ¿Qué hay de verdad en eso?

- No sabía nada… No sé ni de qué campaña me hablas… Pero de ser así, no habría tenido problema en hacerla y haber cobrado tanto dinero. Fui imagen de Elche hace cinco años, pero ni cobré eso ni nada por el estilo.

¿Y no te indigna que tu nombre salga a relucir por algo así, que un partido te utilice en su guerra política?

- Lo que es indignante es la guerra de partidos, la política que tenemos, los dirigentes políticos, los follones y corruptelas, ¡eso sí que es indignante! Es indignante que el dinero no esté en las arcas públicas que es donde tiene que estar. Supongo que se quiere justificar un dinero que ya no está y hablan de quien sea para justificarse ellos mismos. Pero te repito: si a mí me contratan por un trabajo, por una imagen, por un tiempo y por esa cantidad, desde luego que la habría hecho. Que luego, por el motivo que fuera, esa campaña no sale, esa decisión habría sido ajena a mí. De nada habría tenido yo culpa.