La reina Sofía, la infanta Elena, los príncipes de Asturias y sus hijas, las infantas Leonor y Sofía. Fueron solo esos seis miembros de la Familia Real española quienes acudieron este año a la tradicional Misa de Pascua que se celebra cada Domingo de Resurrección en la Catedral de Palma de Mallorca.

Un acto entre religioso y protocolario para el que, en ocasiones anteriores, habíamos visto posar en el pórtico de la Catedral a la Familia Real al completo y que, año tras año, va mostrando un núcleo familiar cada vez más reducido.

Los cambios no han sido solo en cantidad de asistentes reales, sino también en la calidad del comportamiento de los visitantes, que no solo se limitaron a aplaudir la presencia de los miembros de la Familia Real,  sino que también lanzaron abucheos que el príncipe Felipe recibió con rostro contrariado y una mueca de desaprobación poco habitual en él.