Sólo hemos tenido que esperar un día para que se produjera el encuentro público más esperado, el del rey y el príncipe tras la abdicación.
El Monasterio de El Escorial ha sido testigo de este histórico momento, puesto que el rey y el príncipe han acudido a una ceremonia militar de la Orden de San Hermenegildo. Así hemos encontrado a un Felipe que sonreía a su padre, quién, aún emocionado por su discurso de ayer, no perdía de vista al que será su sucesor y del que ha dicho que tiene la preparación y madurez suficiente para asumir la labor de Jefe de Estado.
El lugar no ha podido tener una simbología monárquica mayor, puesto que en su interior están enterrados todos los reyes de España desde el siglo XVI, y servía para representar el pasado, el presente y el futuro de la corona.
No han habido discursos, tan sólo miradas y gestos, y con ellos se han dicho todo este padre e hijo, que llevan siendo noticia desde que ayer se conociera la abdicación del primero. Será mañana cuando Felipe haga sus primeras declaraciones, pero no será hasta dentro de algunas semanas, cuando por fin lo podamos ver convertido en Felipe VI, nuevo rey de España.