Ni puede ni quiere disimularlo. María Teresa Campos está feliz y contagia buen rollo por allá por donde pasa. Y eso hizo hace pocos días en el plató de su amiga Ana Rosa Quintana. Derrochando felicidad, María Teresa habló de Edmundo, el hombre que ha cambiado su vida. Porque María Teresa visitaba a Ana Rosa para hablar de amor, el tema sobre el que gira su último libro, y algo que hoy, desde que Edmundo está a su lado, la periodista disfruta todo lo que puede.

 

“Lo mío con Edmundo no es un amor platónico. Practico lo que puedo, no me quejo”, dijo bromeando y sonriendo. Y es que desde que este verano descubrimos que María Teresa se había vuelto a enamorar y que el afortunado era el entrañable Bigote Arrocet, a la periodista se la ve estupenda.

 

Nuestra historia de amor fascina porque él fue alguien muy querido y popular. Yo me he enamorado del ser humano, no del artista”, decía recientemente María Teresa, que quiso dejar claro ante las cámaras que eso de volver a pasar por el altar –ya  lo hizo una vez con el padre de sus dos hijas, el desaparecido José María Borrego– ni se lo plantea.

 

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