Dicen los que lo conocen bien que su corazón es grande. Tanto como ese entusiasmo y ese sentido del humor que le han acompañado siempre. Derrocha buen rollo y lo contagia por donde pasa. Amable, divertido, cercano y buena gente. Ese es Edmundo ‘Bigote’ Arrocet, el hombre que ocupa hoy el corazón de la incombustible María Teresa Campos.


Su ‘piticlín, piticlín’ y su entrañable Mayrucha al dirigirse cariñosamente a Mayra Gómez Kemp en el inolvidable ‘Un, dos, tres…’ han quedado para siempre grabados en nuestra memoria y le han convertido  en una de las eternas sonrisas de la tele. Una sonrisa tras la que se esconde una triste historia.



Las sombras de su vida

 


El ‘Un, dos, tres...’, en 1982 no solo fue su trampolín a la fama sino también su pasaporte a una vida que siempre había deseado. Una vida que de niño, lejos, –primero en Argentina, donde nació, y después en su Chile de adopción– jamás hubiera imaginado. Y es que antes de llegar a España, en 1974, las cosas no fueron fáciles para él.

 

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