Irene Villa se familiarizó con el dolor demasiado temprano. Su vida quedó marcada por el atentado de la banda terrorista ETA por el que perdió sus dos piernas, así como cuatro dedos de la mano izquierda. Aún así, reconoce que no sabe cómo gestionar el dolor de sus hijos, que ellos sufran es la peor agonía de todas. Y ahora que el menor de su descendencia, Eric, ha sido sometido a su primera intervención, este temor se ha hecho más palpable que nunca.

“Después de una dura semana, con el corazón en un puño y en la que de nuevo los médicos han sido mi salvación, no dejo de pensar y solidarizarme con los padres de niños con alguna enfermedad”. Eric se tumbaba en el quirófano a raíz de las continuas infecciones auditivas que arrastraba en su jovencísima vida. Por lo que los especialistas en la salud recomendaron que lo mejor para el menor era realizarle dos drenaje timpánicos

“Mira que hemos superado cosas...”, continuaba Villa en redes, haciendo alusión a que, desde pequeña, ha superado todos y cada uno de los crueles obstáculos planteados; “pero ciertamente el dolor de un hijo no sé cómo se sobrelleva. Muchísima fuerza a todos y a seguir!”.

Irene ha querido transmitir a su pequeño que no hay que tener miedo en los hospitales, por eso, y antes de entrar en quirófano, ella le explicaba que los médicos “son nuestros ángeles en la tierra”, haciéndole entender que no debía preocuparse y que sería un proceso para estar mucho mejor. El niño se lo tomó de una manera inmejorable y a las horas todos eran mandados para casa. La intervención salió de maravilla.